La película española El Reino está llamada a ser una de las más destacadas del año. Dirigida por Rodrigo Sorogoyen, este thriller político no deja indiferente a nadie. Cada una de sus trepidantes secuencias adentra al español medio, por si hubiera estado ajeno al incesante goteo informativo, en las más profundas cloacas de la corrupción política que ha vivido este país en las últimas décadas.

Con un ritmo vibrante perfectamente orquestado, El Reino retrata diferentes tramas en las que no se mencionan siglas de los partidos políticos ni nombres de corruptos recientes, pero lo hace tan bien que todo el mundo identifica a cada uno de los personajes. La trama se inspira atinadamente en la Gürtel, en Bárcenas, en el Bigotes, e incluso en Ana Mato y su cantinela del «no me consta».

Muchos de ustedes pensarán que, con tal repertorio, el guion ya estaba medio hecho. Al parecer, el guion ha contado con el asesoramiento de periodistas como Ana Pastor y el incombustible Ferreras, o de políticos tan variopintos como Cristina Cifuentes (PP), Eduardo Madina o Pérez Rubalcaba (PSOE), éste último catedrático de lo que son las cloacas del poder político y del Estado.

Sirva mi anterior comentario para animarles a que vayan a los cines, consuman cultura española, y disfruten de un producto genuinamente ibérico de los últimos años: la corrupción política, el desenfreno, la (aparente) impunidad, la desvergüenza y el descaro a costa del ciudadano medio, de la España que madruga que dice Carlos Alsina. No les dejará indiferente, y además potenciará su nivel de cabreo con cierta (sigue siendo residual) clase política.

Esta ficción nacional está en cartelera, pero si no les pilla cerca ningún cine (ahora que muchos, especialmente los pequeños, están teniendo que echar el cierre), revisen los periódicos andaluces de estas semanas o rastreen Internet. Empiecen googleando Faffe y experimentarán la misma sensación que viendo el film de Sorogoyen: rabia, estupor y enfado.

Con estas emociones negativas arrancó hace unos días la precampaña en Andalucía tras el adelanto electoral puesto en marcha por la presidenta Susana Díaz. El diario digital El Español de Pedro J. Ramírez titulaba «La campaña andaluza comienza en un puticlub: el puticlub de los 32.000 euros del paro gastados en prostitutas». El motivo del reportaje: la comparecencia del líder de los populares andaluces, Juanma Moreno, en la puerta de Don Angelo, un club de alterne sevillano, denunciando publicamente el gasto de 31.969€ en juergas por parte de varios directivos de la extinta Fundación Andaluza Fondo para la Formación y el Empleo (Faffe), dependiente de la Junta de Andalucía, en el período 2004 y 2009 (Informe de la UCO).

Dicha trama se suma a los ya conocidos Mercasevilla, ERE, Invercaria, etc. Demasiados casos los que acumula la sociedad andaluza, la cual parece relativamente indiferente si se tiene en cuenta que no han supuesto un excesivo desgaste para el Partido Socialista de Andalucía, el único partido político que ha gobernado esta bendita región desde que goza de autonomía política.

El próximo 2 de diciembre, los andaluces volvemos a decidir si poner fin a un reinado que necesita una evidente regeneración. Aunque como bien afirma Rodrigo Sorogoyen (Time Out, sept. 2018) «el Reino trata de un heredero que tiene complicaciones para heredar. (...) Y da igual que caigan los reyes, porque el sistema sigue existiendo». ¿Les suena?

* Politólogo. Investigador FPI UAM & CSIC. Profesor asociado Universidad Carlos III de Madrid