Acabas de volver de vacaciones. Tu marido, esposo, dueño, rey se ha quitado de en medio en cuanto habéis llegado. «Gordi, ya vengo; he quedado un momento con una gente. Estaré para el almuerzo». El piso es un horno, cerrado durante un mes. La realidad. Has abierto las ventanas, desecho las maletas. Tu hija, tirada en el sofá, chateando. Suena tu móvil. Tu suegra. Los armarios. Menos mal que lo dejaste todo bien recogido el día de antes de irte. Limpiando desde por la mañana hasta la noche. ¡Polvo por todas partes! ¡Qué pena de macetas! ¡Una cucaracha! El moreno te durará unos días. Suena el móvil. Tu madre. A fregar el cuarto de baño, poner un par de lavadoras, tenderlas. Falla la luz del lavabo. Sale agua del desagüe. Tienes que llamar a un fontanero. Suena el móvil. Tu cuñada. La nevera está vacía. ¿Qué puedes poner hoy para comer? Algo rápido. Él quería salmorejo y tortilla de patatas. Si te das prisa y no tienes que hacer mucha cola, seguro que te da tiempo. Corres al supermercado. Tienes que sacar dinero. Suena el móvil. Tu sobrina. Menos mal que puedes hablar mientras llenas el carro de la compra. Que no se te olvide el pan integral de molde que le gusta a él. En la playa no lo encontrabas y siempre había reproches. Que no se te olvide la cerveza que le gusta a él. No dará tiempo a que esté bien fría. Compra hielo. ¡Ojalá encuentres su paté a las finas hierbas! ¡Ah, y el chorizo! Si no hay, puedes llevar lomo de cerdo. Hoy, como estáis recién llegados, te lo pasará. Llama a tu suegra; seguro que quiere algo del supermercado. Tus cuñadas vendrán por la noche con los niños. Compra tres bolsas grandes de patatas fritas. Que no se te rompan. Él no las quiere rotas. Y refrescos. Suena el móvil. Tu suegra. «Mari, tú que puedes, cómprame champú». Tienes que tener limpio el piso. Detergente. Recambio para la fregona. El suavizante. Papel higiénico. No vas a poder con tantas bolsas. Seguro que sí puedes. Él se ha llevado el coche. Mañana tienes que ir al banco. Si te da tiempo, vas un rato al gimnasio. Él siempre te compara con sus hermanas. Te dice que tienes que estar presentable porque eres su mujer. ¡Qué su mujer! ¡Su reina! Y tú te has convencido de que puedes con todo siempre, porque eres la reina de la casa. ¡Qué digo la reina! ¡La diosa! .

* Escritor