La palabra intelectual no está hoy cotizada, porque suele otorgarse sin pasar ningún tribunal. Al contrario, se prodiga a diestro y siniestro según convenga. Pero a los verdaderos intelectuales, siguiendo la norma evangélica, por sus frutos los conoceremos. He encontrado, vía internet, una larga entrevista a uno de nuestros intelectuales más preclaros, el gran escritor José Jiménez Lozano, quien ha recibido premios como el de la Crítica, el Premio Nacional de las Letras Españolas, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y el Premio Miguel de Cervantes. También, la medalla papal Ecclesia et Pontífice, acaso como estímulo y como regalo a sus destellos de hombre creyente y practicante. La entrevista que le hacen Guadalupe Arbona y Juan José Gómez, intensa y muy larga, va desgranando temas y lemas, ligados a la religión o la historia y cultura de la Iglesia. Hay una primera cuestión que nos viene como anillo al dedo: el por qué Jiménez Lozano, a sus 88 años, tiene una gran alegría de vivir, unas ganas locas de reírse con el mundo y hasta un poquito del mundo: «A mí me parece que el mundo moderno es una desgracia, porque entre otros aspectos es bastante triste, no encuentra motivos para vivir. Y hay demasiados modernos así. No hace mucho me encontré con alguien muy conocido que habia cumplido cuarenta años y me dijo a mí, que no paraba de pensar que se tenía que morir, y le contesté: ‘Toma, y yo tambien, ¿es que eres tonto?’, y me respondió: ‘Ya, pero yo no tengo motivos para vivir’. Y esta es una mera anécdota, pero aterradora, porque la vida no necesita motivos para vivirse y parece como si la naturaleza de esa vida fuese la naturaleza misma de ser vivida. Son los demiurgos de nuestro tiempo, hombres de pensamiento y ciencia, señores del nacer y del morir, quienes piensan que no hay razón alguna para que la especie humana, de la que tienen una pésima opinión, continúe sobre la tierra. Es un botón de muestra del famoso antihumanismo». Sirvan las palabras de un intelectual de nuestros días para ensalzar la vida y las ganas de vivir, desterrando tantas muertes como nos acosan.

* Sacerdote y periodista