Las calles de las ciudades de interior desiertas, las playas abarrotadas por turistas de múltiples nacionalidades y diferentes creencias e ideologías, los goles retumbando en las gargantas de los aficionados en los estadios..., estampas ayer de la rutina del estío por estas fechas. La vida sigue. Con el corazón aún encogido por la barbarie que vivió Barcelona, con constantes muestras de solidaridad y apoyo a los familiares de la víctimas de los atentados en La Rambla y Cambrills. La vida sigue. Los quioscos de la céntrica avenida barcelonesa han vuelto a abrir, los veraneantes combaten el calor entre las olas, las terrazas se llenan en uno de los veranos más tórridos que se recuerdan... Va recuperando el pulso una sociedad que no tiene miedo.