Acaba de publicarse un nuevo libro dedicado a aquella mujer mítica, Susan Sontag, en el que se recoge la entrevista completa de Rolling Stone. En 1978, Jonathan Cott, editor de dicha revista, entrevistó a Susan en dos intensas jornadas, primero en París y luego en Nueva York. El encuentro se produciría en un momento crucial de la carrera profesional de Sontag: el año anterior había publicado una de sus obras más conocidas, Sobre la fotografía, y otras dos estaban a punto de aparecer: el conjunto de relatos Yo, etcétera y el ensayo La enfermedad y sus metáforas, que escribió mientras se trataba de un cáncer. Estos tres textos, tan diversos como las amplias capacidades de la escritora, son el punto de partida de una fluida y cautivadora conversación que termina abarcando los temas más dispares: «Los libros y la música, la guerra y el arte, la sexualidad y la muerte». En el fondo, el libro viene a ser una suerte de autobiografía intelectual que pasa a engrosar el legado de una de las mentes más brillantes, poderosas y certeras del siglo XX. Ciertamente, Susan Sontag nos ofrece intensas reflexiones y lecciones magistrales. Como la idea que tuvo cuando la invitaron, junto a un grupo de escritores, a mediados de los setenta, a dibujar un autorretrato, que luego formaría parte de un libro. Susan dibujó una estrella judía y escribió debajo un dicho de Confucio: «Cada uno de nosotros está destinado a salvar el mundo». O su hermosa descripción sobre la tarea y la misión del escritor: «Prestar atención al mundo. Pero pienso que la tarea del escritor tal como la concibo para mí misma, es también establecer una relación agresiva y antagónica con la falsedad en todas sus formas... Sabiendo perfectamente bien, una vez más, que se trata de una tarea infinita, puesto que es imposible acabar con la falsedad o la falsa conciencia o los sistemas de interpretación. Pero es preciso que haya alguien de cualquier generación que ataque esas cosas...». En esta hora de altas temperaturas, también políticas y sociales, resulta agradable recibir la brisa de una mujer luchadora que nunca dejó de pensar y actuar, con su palabra y sus escritos.

* Sacerdote y periodista