Tras casi nueve años cerrado por obras de acondicionamiento del edificio (una casa con mucha historia y singular encanto) y de elaboración de una nueva propuesta museológica, mañana volverá a abrir sus puertas el Museo Taurino. Se trata de un acontecimiento notable, el cual ha suscitado no poca expectación, especialmente entre quienes gustan de la tauromaquia. Hasta tres corporaciones municipales se han visto concernidas en la recuperación de este espacio y la promoción del que está considerado uno de los museos taurinos más importantes de cuantos existen. Vaya de entrada, pues, el reconocimiento a todos los que han hecho posible que aquel primigenio museo de artes populares inaugurado por el alcalde Antonio Cruz Conde a mediados de los años cincuenta del pasado siglo, y en el que tenía un lugar destacado una muestra de elementos relacionados con la tauromaquia, esté en condiciones de ofrecer ahora su renovada imagen.

Una nueva cara que seguramente no dejará indiferente a nadie, pero en la que puede apreciarse tanto la esencia de lo que ha sido el museo, como un aire de vanguardia propio de la estética museística del siglo XXI y más abierto no sólo a quienes ya cultivan la afición por el mundo de los toros, sino también a cuantos quieran acercarse a la tauromaquia. Quizás sea ese concepto de centro de interpretación abierto a un público amplio y sustentado en técnicas expositivas donde los medios interactivos y audovisuales tienen un cierto protagonismo (lo que permite que el visitante pueda participar en la selección de contenidos), la característica más significativa de esta nueva imagen que ofrece el Museo Taurino.

En efecto, en cuanto a los contenidos, se ha pretendido superar la visión tradicional de exposición de piezas, en busca de un espacio que pueda dar respuesta a otros retos y que esté abierto a públicos muy diversos. Es decir, que siga siendo un lugar dedicado a la conservación y difusión de un patrimonio cultural enraizado en nuestra historia, pero también un centro generador de conocimiento en torno a cuanto tiene que ver con la tauromaquia, que es algo que va más allá de las corridas de toros, para dotarse de valores ecológicos, económicos y sociales. Y culturales, como bien se expresa en obras de numerosos pintores desde Goya a Picasso, en la poesía de Lorca, Alberti, Miguel Hernández o Gerardo Diego, o en la música de Joaquín Turina, Barbieri, Chueca e incontables compositores que cultivaron el pasodoble de concierto. En definitiva, innumerables creadores que encontraron motivos de inspiración en la estética taurina. Quizás porque, como escribió Ortega, no se entendería la historia de España de los últimos siglos sin esta expresión tan arraigada en el pueblo. Mucho más allá de ideologías políticas, procedencias sociales o modas pasajeras.

En un paseo por el museo, y a través de las seis salas que contienen la exposición permanente (a las que se suma otra para muestras temporales, así como sendos espacios para mediateca y hemeroteca), el visitante se encontrará con la estética y el simbolismo que rodean la relación del hombre con el toro y que culmina en el encuentro definitivo en la lidia en una plaza de toros. Así mismo, el paisaje del toro, desde la vida en la dehesa al momento de la corrida. También, lógicamente, la importancia de Córdoba, desde las figuras más señeras que ha dado a diversas cuestiones tales como las distintas plazas habidas en la ciudad, las ganaderías, el papel de la Universidad- Y como colofón, la tauromaquia como motivo de inspiración en nombres sobresalientes del arte cordobés, desde Julio Romero de Torres y Mateo Inurria a Rafael Botí, Miguel del Moral o Antonio Povedano, entre otros.

En definitiva, un equipamiento público destinado a la conservación y difusión de una parte de nuestro patrimonio, en un ámbito en el que Córdoba se ha significado históricamente de manera relevante. Lo que a buen seguro atraerá el interés de muchos cordobeses, al tiempo que se convierte en un aliciente turístico y cultural más para cuantos nos visitan.

Aprovechemos pues esas potencialidades, al tiempo que se testimonia la vieja relación de Córdoba con la tauromaquia.

* Teniente de Alcalde de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba