Escuchando las ideas puestas sobre la mesa para el desarrollo de la ciudad y su provincia, en días en que las cifras oficiales del desempleo descubren la insolente realidad de paro que nos circunda, y cuando hemos recordado recientemente también los 40 proyectos muertos --como cuarenta ladrones-- que sirven de lastre de nuestra memoria, uno se pregunta realmente qué dificulta nuestro desarrollo, cuando la legislación es la misma aquí que a 160 kilómetros más al sur, que nos separan de Málaga por ejemplo, siendo la realidad socio económica totalmente distinta.

De poco sirve, seriamente, apostar por la formación dual, o el freno a la salida de talentos o la necesaria innovación por ejemplo, todo ello claramente imprescindible, si cuando llama a nuestras puertas una gran empresa para hacer una notable inversión en nuestro territorio, apostando por el empleo y las tecnologías más punteras, los responsables de la gestión pública son incapaces de facilitar su implantación con la consiguiente riqueza que ello conllevaría. Tenemos muchos ejemplos en la memoria tanto de incompetencia en la gestión de esas posibilidades, como de las numerosas zancadillas que unas administraciones se han puesto a otras para apoyar proyectos que recalasen en el bienestar ciudadano. Por eso no resulta creíble que los responsables de la lamentable situación que padecemos sean los protagonistas de una sociedad distinta. Los artífices serán otros, sin duda, si otros queremos que sean los resultados.

Las ideas brillantes y las medidas coyunturales que traten de implementarse, con buena voluntad y esfuerzo, necesitarán para poder consolidarse y tener éxito, de un nuevo escenario, de nuevos protagonistas y de una nueva filosofía más emprendedora y ajena a servidumbres. Es notable cómo entre unos municipios y otros de nuestra geografía provincial, existen unas marcadas diferencias en cuanto al dinamismo económico, el progreso y la renta de sus habitantes. Es fundamental, frente a la cultura de la subvención y la economía sumergida, frente al idílico puesto funcionarial con el que sueñan tantas familias, avanzar entre la sociedad hacia la cultura del emprendimiento. Esta es una manera de pensar y actuar, orientada hacia la creación de riqueza, a través del aprovechamiento de oportunidades, del desarrollo de una visión global y de un liderazgo equilibrado, de la gestión de un riesgo calculado, cuyo resultado es la creación de valor que beneficia a los emprendedores, la empresa, la economía y la sociedad.

Todas las ayudas serán siempre bienvenidas, pero no fiemos a ellas nuestro destino. No es bueno hacerse trampas al solitario. El desarrollo de esta sociedad será creíble si viene desde abajo, sobre el esfuerzo y el talento. Los Amancio Ortega, Bill Gates, Steve Jobs, Carlos Slim, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y tantos otros no son el resultado ni de subvenciones ni de planes oficiales. La primera medida no es tanto fomentar el talento, que ya existe y se marcha fuera, sino no entorpecer y dinamitar con indolencia, burocracia, ineptitud, falta de miras o codicia, los proyectos que nos ayuden a mejorar. Conocimos una empresa multinacional alemana, que quiso abrir una industria agroalimentaria en un pueblo cercano a la capital, pero el Ayuntamiento lo denegó, porque en la Casa del Pueblo de aquél municipio pensaron, debatieron y acordaron, que si se aburguesaban con 14 pagas y la buena vida, nunca llegaría la revolución. Y así nos va. Esperando.

* Abogado