En el trile, ese juego callejero de apuestas fraudulentas en el que la víctima ha de adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra un objeto manipulado, es donde mejor se ejemplariza la figura de quienes, desde la política, hablan sobre la verdad y la mentira dando por sentada la certeza de sus palabras cuando, en realidad, esconden que la mentira es tan cierta como la misma verdad.

La sutil manipulación del trilero ideológico es hacernos ver con nítida certeza que lo opuesto a la verdad es la mentira. A partir de tal momento, nuestra vista no se apartará de la hipnótica bolita que transita desde un cubilete a otro sin percatarnos de que frente a la verdad no está la mentira sino la realidad.

Por definición, la verdad tiene en su esencia el ser única, inmutable, permanente e indiscutible, pues si careciera de tales propiedades dejaría de ser verdad. Por el contrario, la realidad es esencialmente plural, cambiante, diversa, temporal y cuestionable, como lo es la propia existencia, la sociedad en la que convivimos o nuestra manera de ver y entender nuestro entorno. De ahí que en política sea tan importante hablar de la realidad y, para la ciudadanía, mantener toda la desconfianza hacia aquellos que predican sobre lo que es verdad y lo que es mentira, pues en ese discurso maniqueo solo caben sospechas de una ocultación interesada de la realidad.

La mano fuerte de una madre sujetando a su hijo que da sus primeros pasos o el esfuerzo diario del opositor, del autónomo o del trabajador por cuenta ajena no son ni verdad ni mentira, sino la realidad. No obstante, desde la política se puede contar la realidad con verdades o con mentiras.

Es una realidad que, en España, la derecha política está fragmentada en tres partidos hermanos que, en cualquier extremo de su espectro ideológico, defienden bajar los impuestos para beneficio de quienes pueden permitirse pagarlos y compensar la reducción de ingresos públicos provocada con dicha medida mediante recortes presupuestarios en sanidad, en educación, en pensiones o en ayuda a la dependencia para perjuicio de quienes nunca podría permitirse ser atendidos en un hospital privado, tener a sus hijos estudiando en un colegio de pago, disfrutar de un plan privado de jubilación o hacer frente a las mensualidades de una residencia geriátrica privada donde tener a sus padres.

Es una realidad que en España hubo en el pasado un régimen político responsable de millares de muertos, asesinados por defender valores democráticos, y que fueron sepultados en cunetas y fosas anónimas. Como también es una realidad el empeño de la sociedad española por no perder la memoria y hacer justicia a las víctimas.

Es una realidad que un país no progresa ni se hace mejor por el mero hecho de izar banderas y gritar vivas, ni echando la culpa de los problemas a quienes se sitúan enfrente ni señalando a un chivo expiatorio para justificar los errores propios ni generando odio contra adversarios creados. La realidad es que un país progresa y se hace mejor con políticas de solidaridad que impulsen el bienestar de toda la sociedad y sin dejar a nadie atrás, invirtiendo en infraestructuras públicas al servicio de la ciudadanía, construyendo hospitales y centros educativos, apoyando la investigación científica y tecnológica, combatiendo el cambio climático, impulsando un desarrollo económico sostenible, poniendo en marcha sistemas de fiscalidad redistributivos de la renta con criterios de equidad y justicia social, blindando los derechos y libertades de las personas, mejorando el funcionamiento de las instituciones públicas con mecanismos eficaces de control democrático, transparencia y participación ciudadana.

Desde la fallida “opa hostil” que una de las derechas españolas presentó hace ya más de una semana a otra de sus hermanas con el pretexto de una estrafalaria moción de censura al Gobierno de España, no faltan voces de un extremo a otro de la derecha que desde variadas tribunas pregonan, disfrazando con mentiras la verdad y adornando con verdades las mentiras, sobre el Consejo General del Poder Judicial, sobre el Jefe del Estado, sobre banderas, sobre la Unión Europea, sobre la covid-19, sobre Televisión Española, sobre el CIS, sobre el contubernio masónico-marxista de los enemigos de la patria y sobre el lucero del alba. Hablan de verdades con mentiras intentando ocultar la realidad.

* Alcalde de Montilla