Tras caer el Muro y cruzar al Berlín Occidental cientos de ciudadanos de la Alemania comunista, un líder del PCE exteriorizó así su desencanto: «Ya se arrepentirán». Hace una semana Alemania celebró, y sigue celebrándolo en la tele pública, el treinta aniversario de la Reunificación. Visité en 1975 el Berlín Oriental con dos corresponsales del Berlín Occidental. Me llevé una gran sorpresa cuando decidimos tomar un café. Nos topamos con una cola de ciudadanos que esperaban pacientemente ante una cafetería. Había que esperar la incorporación de un turno de camareros a una zona vacía, pues no era su hora. Nos marchamos porque no estábamos acostumbrados a esa clase de espera. Pensé que si para tomar un simple café se necesitaba guardar cola, aquel Régimen estaba anquilosado por la burocracia. Mis amigos me llevaron, asimismo, a una plaza donde habia un monumento en honor de los «gudaris» vascos, léase ETA. Me convencí entonces de la ideología de la organización terrorista. La última vez que crucé el Muro ya fue en 1991. La RDA estaba muy deteriorada. Comparada con la RFA era un país subdesarrollado. Las autopistas estaban en malas condiciones. Las viviendas de pueblos y ciudades necesitaban una reparación urgente Pero como dijo metafóricamente el embajador Guido Brunner, «al caer el Muro se vio que la RDA era de cartón piedra como un decorado teatral». La propaganda del Régimen estaba coreada desde España por una izquierda que no quería ver la realidad; y sigue sin asimilarla, pese a que ya no hay la gran diferencia socioeconómica que yo vi en 1991.