Hoy, jueves 14 de febrero, pronunciaré mi discurso de ingreso como académico correspondiente en Palma del Río en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. Para la ocasión, he elegido hablar de un gran cordobés, el eclesiástico y político Luis Manuel Fernández, cardenal Portocarrero (1635-1709). He considerado varias razones para seleccionar el proyecto político para España de un ilustre hijo de Palma del Río al que le cupo la responsabilidad de conducir la transición dinástica de Carlos II de Austria a Felipe V de Borbón y la Regencia en el tránsito del siglo XVII al XVIII.

El cardenal Portocarrero es bien conocido en la Historia de la Edad Moderna de España pero vinculado a los acontecimientos de la sucesión, tanto por la redacción del célebre testamento que puso fin a la dinastía de los Austrias como por haber elegido a un miembro de la casa de Borbón. Ese capítulo de la historia europea, que desembocó en la guerra de Sucesión, ha sido objeto de ríos de tinta en el fragor de alianzas bélicas y atrincheramientos ideológicos con ecos en la España Contemporánea, todavía más, en los días actuales, con la crisis del llamado problema catalán y sus derivas.

Los memoriales y la acción de gobierno de Portocarrero nos conducen a una renovada imagen de un político muy criticado por una supuesta falta de inteligencia y capacidad para la que se le vino encima o la que otros alimentaron para poner fin a su gran poder. Sin filias ni fobias, al calor de los documentos y manifestaciones escritas o inducidas por el cardenal Portocarrero podremos remorar qué dijo, qué se contó y cómo terminó una vida carente de biografía, que pronto verá la luz con el libro Un hombre para la Historia. El cardenal Portocarrero.

Deseo expresar mi agradecimiento a los académicos que me presentaron para tan alto honor y responsabilidad; y aprovecho estas líneas en diario CÓRDOBA para invitarles en la sede de la Academia en un día inolvidable para mí y grande para Portocarrero.

* Historiador y periodista