No había sonado todavía Haëndel, el primer compositor a interpretar en el concierto de la Orquesta y Coro de la Catedral de Córdoba en el Círculo de la Amistad, cuando el presidente de la Fundación pro Real Academia de Córdoba, José Cosano Moyano, se levantó de su asiento y proclamó en el Salón Liceo, un espacio que deslumbra con sus espectaculares arañas, que estábamos allí participando en un proyecto de ciudad, el de la vuelta a casa, a Ambrosio de Morales, de la noble institución académica. Y luego sonaron todas las piezas del concierto a beneficio de Cáritas Diocesana y la Fundación pro Real Academia de Córdoba con el que se pretendía, además de compartir ingresos, sufragar la terminación de la sede de la Academia de la calle Ambrosio de Morales, desde la que se marchó a la emigración hace años. Y empecé a pensar en mitad de tanta belleza como estaba transmitiendo la música de compositores como el alemán Haëndel, el cura romano Frisina, el francés Leo Delibes, el Mozart de Salzburgo, y los italianos Mascani y Morricone que estos creadores estarían pensando que cómo es posible que una institución de tanta sabiduría no acarree ayudas de su ciudad para volver a su casa, a la que le hacen falta ciertos arreglos. Sobre todo si se tiene en cuenta la historia de la calle donde nació. Manuel María Arjona, canónigo penitenciario, fue el primer director de la Real Academia de Córdoba; y ahora mismo, al lado de esta institución, un solar-lugar abandonado desde siempre se transforma en 18 apartamentos turísticos; ¿no sería el momento en el que los descendientes --sacerdotes-- del fundador -el canónigo Manuel María Arjona-- y el negocio que más prospera en Córdoba, el hotelero, estudiasen la fórmula para que la institución académica volviese a Ambrosio de Morales (cronista de Felipe II) o calle del Cabildo Viejo por su generosa buena voluntad? Lo cierto es que un lugar como esta calle, espacio de heterodoxos y librepensadores donde estuvo el antiguo Ayuntamiento, nació Séneca, Antonio Gala se ha procurado su espacio para la eternidad en Córdoba, y Manolín Cuesta, el legendario Simonet y el deportivo Séneca acudían al Correo Viejo donde hace poco los doctos académicos exponían sus investigaciones merece ser restituido a ese tiempo de la historia en la que también participó Julio Anguita, que descorchó a las 21.40 del 8 de mayo de 1983 la primera botella del champán de su supermayoría como alcalde. El Teatro Cómico Principal-Centro Cultural Polivalente, donde ensaya el Real Centro Filarmónico de Córdoba, y la Taberna Séneca, que enseña a pensar y beber una copa sobre mármol blanco, se mueven en un cierto silencio esperanzador. Seguramente piensan que la vuelta a casa de la Real Academia es un serio proyecto de ciudad.