Lo de las fases y subfases en la desescalada (que son tres aunque sumen cuatro y, según los casos, cinco, más lo que te rondaré morena etc...) y en las diversas maneras de relacionarse (aquí caben escaramuzas, encontronazos, discusiones, avenencias, manifestaciones, pendencias, amoríos y demás) ha propiciado la recuperación del título de la famosa película de Steven Spielberg Close encounters of the third kind, en España traducida como «Encuentros en la tercera fase». Aunque quizá se adecúe de modo más matizado al original la traducción con la que se proyectó en Hispanoamérica -«Encuentros cercanos del tercer tipo»- conforme a la clasificación ideada en 1972 por el astrónomo Allen Hynek para los fenómenos Ovni según tengan carácter de avistamientos, se asocien a diversas clases de fenómenos inhabituales (físicos, tecnológicos...) o contengan referencias a la presencia y eventual contacto con manifestaciones de vida inteligente. Como cabía suponer lo de las fases ha dado para toda clase de chascarrillos. Sobre todo aplicadas a la actual vida política. Ya se pueden imaginar los paralelismos: avistamientos (de lo que se nos viene encima...), sucesos anómalos (sin comentarios)... Y no digamos nada de lo de las manifestaciones de vida inteligente. De momento dejamos atrás felizmente la primera (que era la segunda etc, etc...) y que no se produzcan más desmadres de los que ya se prodigan de modo creciente. En realidad, a posteriori, se han añadido más etapas a las de Hynek, pero mejor no dar ideas a los chicos del bipartito ni a los de la oposición.

John Williams hizo famosas las cinco notas con las que se comunican terrícolas y extraterrestres. Re-mi-do-do-sol. Los cinéfilos, que charlamos sobre estas cosas gracias a Skype, Zoom y otras plataformas, recordábamos estos días las veleidades del dúo Spielberg- Williams jugando con la escala musical. En Tiburón fue algo tan sencillo como alternar dos notas --mi y fa-- y añadir un tempo acelerado. El resultado es hoy todo un paradigma del suspense o del peligro inminente. Williams se permitió el lujo de pelear contra sí mismo por el Oscar de 1977 a la mejor banda sonora contraponiendo la música de Encuentros... con la de La guerra de las galaxias, que fue la que se llevó la estatuilla al agua. Curiosamente a Spielberg inicialmente ni le gustaban las de Tiburón, ni las de Encuentros... Y de hecho Willliams llegó a barajar más de trescientas propuestas de cinco notas para esta última .Al final ambos se quedaron con la inicial. Ya se sabe... la primera impresión suele ser la más acertada.

Varios de mis contertulios son al mismo tiempo, por oficio o por afición, amantes de las matemáticas y me recordaban otro pretendido «misterio» de la película, que suele prodigarse entre los frikis. Puede ser un --creo que sencillo-- ejercicio de entrenamiento para quienes deban enfrentarse estos días a la EBAU. Al parecer alguien consultó con un matemático el número de posibles variaciones de doce notas tomadas de cinco en cinco, pero no consta si con repetición o sin ella (o trece en la elegida cuyo segundo do, me dicen, es una octava inferior). El caso es que los resultados nunca cuadran con la cifra que en algunas entrevistas ha citado Williams (aunque siempre de memoria y de modo aproximado). Pero también será mejor no hablar de variaciones «con repetición» en tiempos de desescalada.

Más divertido es encontrar a R2D2 (si es que es él) en la nave alienígena e identificar la conocidísima melodía de Pinocho When you wish upon a star (... as dreamers do, your dreams come true...) que acompaña al castillo de Disney en el arranque de sus películas y que ilustraba la petición de Papá Geppetto a la estrella azul. Según qué versión se vea del film de Spielberg cabe encontrarla, o no, en los títulos de crédito. Aunque hay más referencias al personaje (verbales, la escena en la que los juguetes cobran vida, la fugaz visión de una caja de música...). George Lucas y él son muy aficionados a este tipo de guiños y homenajes que dotan de un particular subconsciente a sus cintas.

Close encounters guarda también mucho del alma de niño de su director. Tuvo un anticipo en Firelight la primera película que rodó con una cámara de 16 mm. cuando apenas tenía otros tantos años. Contaba la historia de unos extraterrestres que secuestraban humanos para crear un zoo (prohibidos los paralelismos). De ella se conservan muy pocos minutos, pero bastan como antecedente de la secuencia de las luces y el coche. Quien tenga curiosidad puede hallar esas imágenes en Internet. El dúo de efectos especiales de Encuentros... fue de lujo: Ni más ni menos que Douglas Trumbull (2001, StarTrek, Blade Runner, Naves Silenciosas...) y Carlo Rambaldi (Alien, ET, King Kong...).

Esperemos que al llegar a la tercera fase (que es la cuarta etc, etc...), al menos se nos abran horizontes tan ilusionantes como en la película. Prueben a invocarlos con Re-Mi-Do-Do-sol...

* Periodista