Lenta pero inexorablemente desaparecen todos los que algún día, en algún momento, le hicieron sombra a Rajoy o intentaron hacerle la cama. Curiosamente, el primero en irse fue quien le salvó el culo en el congreso de Valencia, Francisco Camps, víctima de la rama valenciana de la trama Gürtel. Y el segundo en caer fue el tesorero elegido en aquel cónclave, Luis Bárcenas, víctima de la rama madrileña de la misma trama. Pero, con el tiempo, hemos sabido que en el Partido Popular y en su entorno había una competencia feroz en materia de corrupción. Apareció el caso Púnica, también en Madrid, con Francisco Granados a la cabeza. Y después supimos de las fechorías de Rodrigo Rato, hasta conocer que evadía impuestos desde el e-mail del FMI y cobraba comisiones de las empresas privatizadas bajo el imperio de Aznar en forma de contratos publicitarios. Finalmente, cayó Ignacio González, el niño bonito de Esperanza Aguirre, la lideresa. Y el fiel Ignacio se llevó por delante a su progenitora, la última voz disidente en el PP de Rajoy. De los tiempos de la mayoría absoluta de Aznar solo quedan Rajoy y el inefable Javier Arenas, agazapado en Andalucía. Gallardón quedó definitivamente enterrado el domingo bajo el Cara al sol.

Aguirre dio en su despedida un giro dramático a su propio relato y al del mismísimo Rajoy. Dimitió de todos sus cargos por no haber «vigilado» a su vicepresidente. De manera que, en cinco días de investigación judicial, la expresidenta ha pasado de presumir por haber atajado la corrupción a marcharse por falta de control. Una afirmación que no hace otra cosa que señalarle a Rajoy la puerta de salida, porque no solo deben dimitir los presuntos corruptos, sino quienes negligieron en sus controles. Lo más perverso del caso es que con este razonamiento siguen tomándonos por idiotas. Las preguntas se nos amontonan. ¿Por qué eligió Aguirre a González y no a Granados? ¿Por qué Rajoy prefirió a Cifuentes antes que a González? ¿Por qué Aznar eligió a Rajoy antes que a Rato? ¿Por qué Zaplana no quiso a Camps? Es conocido que en las tramas mafiosas quienes mejor conocen los territorios de las bandas rivales son sus adversarios.

* Periodista

@albertsaezc