Mi último artículo del pasado año coincidió con el 31 de diciembre, y recordé que al día siguiente se cumplían doscientos años del inicio de una revolución liberal en España, cuyo objetivo era el restablecimiento de la Constitución de Cádiz, tal y como expresaba Rafael del Riego en una de sus proclamas de aquel día en Cabezas de San Juan: «El Rey, que debe su trono a cuantos lucharon en la guerra de la Independencia, no ha jurado, sin embargo, la Constitución; la Constitución, pacto entre el Monarca y el pueblo, cimiento y encarnación de toda Nación moderna. La Constitución española, justa y liberal, ha sido elaborada en Cádiz entre sangre y sufrimiento. Mas el Rey no la ha jurado y es necesario, para que España se salve, que el Rey jure y respete esa Constitución de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles». Antes de ver reconocido el texto constitucional, Riego se vio obligado a realizar un recorrido por varias provincias andaluzas que lo condujeron hasta Córdoba, donde hizo noche el 7 de marzo. De ello se cumplirán doscientos años el próximo sábado.

En el Tomo CXII de la Colección de Documentos inéditos para la Historia de España, que publicó en 1895 el Marqués de la Fuensanta del Valle (Feliciano Ramírez de Arellano), encontramos más de cien páginas sobre el «Alzamiento de Riego y sus consecuencias», cuyo contenido son las referencias de las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Córdoba acerca de los acontecimientos desarrollados desde el 7 de marzo de 1820, cuando se había presentado «un arriero vinatero con la noticia de que en la noche anterior había llegado a la ciudad de Montilla porción de tropas que se decía ser procedente de la isla de León, al mando de D. Rafael Riego, cuyo número, a su cálculo, debía ser el de 350 hombres», hasta la sesión del 6 de agosto de 1823, donde se recoge un oficio del ministerio de la Guerra por el que se comunica que el duque de Angulema había dado las órdenes oportunas para que se mantuviese el orden en la ciudad y la provincia. Al pasar por Córdoba, y como había hecho en otros lugares, Riego pidió abastecimiento para sus tropas, a través Baltasar Valcárcel primero, y más tarde él mismo se dirigió a la corporación en persona para demandar que se cumpliera con la solicitud realizada, a lo cual, según consta en el Acta, «el Ayuntamiento le contestó que haría cuanto le fuese posible porque se cumpliese, y que además tomaría cuantas medidas estuvieran a su alcance sobre la quietud del pueblo, y que esperaba de dicho señor iguales providencias acerca de sus tropas, lo que ofreció cumpliría eficazmente, y se retiró». De aquella conducta intachable se dio cuenta en la sesión municipal del 28 de abril, mediante un informe de los síndicos que certificaban cómo «en la mañana del día 8, salió dicho jefe (Riego) y su división con dirección a la sierra, no habiendo causado la menor incomodidad a este vecindario en embargo de bagajes ni en alojamiento». A partir del 13 de marzo, la historia de Riego cambiará tras recibir la noticia de que el rey había jurado la Constitución, aunque por poco tiempo, pues como es bien conocido, el absolutismo fue restablecido en 1823 y Riego será ejecutado en Madrid el 7 de noviembre de ese año.

Ignoro si otros pueblos andaluces han recordado aquellos acontecimientos, pero en Montilla sí se va a inaugurar el próximo viernes, a las 18:30, una exposición en la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, con fondos de la misma y documentos de su Archivo Municipal, justo el día en que se cumple el bicentenario del paso de Riego por aquella ciudad. Se trata, ni más ni menos, que de reconocer algo que ya dejó escrito Alberto Gil Novales: «Riego, como símbolo, pertenece al terreno de la fantasía o de la memoria colectiva, que también es Historia».

*Historiador