La situación es tan tensa y delicada después de la controvertida sentencia de la Audiencia de Navarra sobre el caso de La Manada que los comentarios del ministro de Justicia sobre el juez que emitió el voto particular, y sus reproches al CGPJ --con razón o sin ella, eso no se valora aquí--, no han sido oportunos, ni responden a la necesaria separación entre el poder ejecutivo y el judicial.