Antes de llegar a la rotonda de Medina Azahara, lejos del asfalto, lejos para la gente, donde el único sonido es el mosquito chocando contra mis ojos, solía escuchar el grito desesperado de un ave. Nunca me planteé de dónde venía, ni siquiera quién lo emitía. Hasta que en mi primer día de prácticas en el centro de menores, mientras me mostraban las instalaciones, volví a notarlo, esta vez mucho más cerca. Era un pavo real que andaba a su antojo entre los hogares, las pistas de deporte y los jardines; casi había que pedirle permiso para pasar. Realmente era bonito, de un verde intenso. ¿Pero durante la noche también chilla?

Ahora salgo a correr más tarde y me cae la oscuridad. Entre la negrura del campo solo se alzan los árboles y los focos del centro, como si fuera un estadio de fútbol. Los menores ya deben estar durmiendo, pienso, o a punto, cada uno en su dormitorio, pero el animal, no. Como si no entendiera de horas ni descansos, vuelve a llamar la atención y automáticamente mi cabeza vuela a todos esos niños con los que durante el mes que me dejó el virus pude compartirtardes, mañanas y fines de semana.

Bajo el ritmo y me pregunto cómo lo estarán llevando. Si el chico que me leyó las cartas que le enviaba a su novia le seguirá escribiendo, si algún educador le traerá aún el periódico a aquel niño que disfrutaba hojeando historias de viajes, si el rey del tenis mantendrá su hegemonía, si el adolescente que soñaba con jugar en el Betis continuará presumiendo con sus fotos, si en la habitación doble vivirá la misma pareja, si el pequeño que acababa de entrar estará ya incluido, si los balones de voleibol seguirán desinflados, si habrán encontrado un portero para sus pachangas de fútbol sala del mismo nivel que el que perdieron, si podrán saludar con los calurosos abrazos que solían dar, si seguirán tan perezosos en el gimnasio, si se quejarán del tobillo, de la espalda, cuántos puntos tendrán ya, si el chico del flequillo rubio habrá podido besar a su madre, si continuará escribiendo tan bonito, con esa letra tan perfecta con la que nos deleitaba en cada dinámica. Si habrán pasado de nivel. Si podrán salir pronto.

Si se acuerdan de mí tanto como yo me acuerdo de ellos.