Ahora que el Guggenheim de Bilbao ha inaugurado una deslumbrante retrospectiva de Alberto Giacometti, uno de los escultores más grandes del siglo XX que supo cincelar la humanidad en sus frágiles figuras, quisiera contarles una pequeña historia sucedida en Holstebro, una localidad de Dinamarca, por si alienta alguna idea en la España vacía, siendo la despoblación de nuestro país uno de los principales problemas sin solución que tenemos en todo lo alto. La historia me la contó el maestro Eugenio Barba, un italiano que al cumplir los dieciocho, huyendo de la academia militar donde lo había embuchado su padre, se enroló en un buque mercante y así llegó a Dinamarca. Como emigrante que era pronto se dio cuenta de que allí era diferente, pero a su vez comprendió que si se ponía la máscara de artista era respetado por los daneses. Fue así como ensambló un grupo de teatro que con el tiempo se convirtió en el Odin Teatret, un movimiento teatral de referencia en todo el mundo. Por aquel tiempo, 1966, el pueblo de Holstebro sufría una despoblación galopante, apenas quedaban jóvenes, y al alcalde, que a su vez era el cartero, no se le ocurrió otra cosa que comprar una escultura de Giacometti por 201.000 coronas y darle un techo al grupo de jóvenes que andaban haciendo teatro con Eugenio Barba al frente. Más de medio siglo después aquel proyecto teatral es hoy el Odin internacional, centro multidisciplinar y laboratorio de investigación teatral al que llegan jóvenes de todo el mundo, y la escultura Mujer en el carro de Giacometti se ha convertido en el símbolo de la revolución cultural que transformó el pueblo de Holstebro, además de los muchos millones en los que está valorada hoy la mujer delgada. Así fue denominada en su día, cuando se compró y muchos vecinos se opusieron al desembolso municipal y criticaron al ayuntamiento por haber pagado tanto por una mujer en bronce tan escuálida. Me dice Barba que la historia de la escultura la cuentan ahora con orgullo los vecinos y la destacan las guías del Kinstmuseum donde se aloja la valiosa pieza. Un museo que ya quisieran tener muchas capitales europeas. Mientras tanto yo me pregunto qué estamos haciendo en nuestro país contra la despoblación, qué ideas tenemos para retener a los jóvenes y a sus familias en los lugares donde nacieron, más allá de esas ocurrencias de algún alcalde cazurro que aparece por televisión ofreciendo euros por residencia. Dónde están esos alcaldes y concejales que sepan ver más allá de las elecciones locales. ¿Dónde estará el Giacometti que nos sacuda la corcha?

* Periodista