En las negociaciones de investidura que nuestros políticos han tenido que aprender a afrontar de un tiempo a esta parte, hay mucho cinismo. En las últimas horas escuchaba a Pablo Casado exponer su teoría para evitar el bloqueo y evitar también cualquier combinación que incluya a los independentistas: que se abstenga Ciudadanos. O sea, a mí no me miren. A Casado le parece mal que el PSOE se eche en brazos de ERC para que haya Gobierno, pero las alternativas que propone pasan por presionar a otros. Y eso que un apoyo del PP a Sánchez garantizaría una investidura plácida y a la primera. La política consiste en comprometerse para solucionar los problemas de los ciudadanos. Es todo lo contrario a ponerse de perfil y pedir a otros que solucionen el marrón. Casado prefiere nuevas elecciones antes que apoyar el Gobierno de izquierdas. Siempre podremos decir entonces que los socialistas, ante la misma encrucijada tiempo atrás, sí se inmolaron para que no tuviéramos que volver a votar. El PP, no. Y Sánchez en su día, tampoco. Pero el PSOE, sí. Esto mismo que está defendiendo la dirección del PP, que dista mucho del sentido de Estado del que tanto presumen, también lo hemos visto en otros partidos de derechas. Por ejemplo, Ciudadanos siempre mete en el saco de sus ofertas al PP. Pactemos los dos con Sánchez, que no me quiero quemar solo. Esta propuesta es algo más valiente que la que formulan los populares, pero no es suficiente. En el fondo esconde el temor fundamentado a dar otro mal paso y desaparecer, pero sería muy bueno para aquellos a los que representan (o sea, nosotros) que dejaran de mirarse el ombligo. Luego también está Vox. Santiago Abascal declaró hace unos días, en alusión a un hipotético apoyo del PP al PSOE: «Nosotros no vamos a atacar a otros partidos que desbloqueen la situación en España». Es decir, que solucione otro el problema y prometo que no lo utilizaré para sacar tajada y hacer oposición. Entre todos estos y Sánchez, que ni siquiera devuelve las llamadas a Casado tratándole como si fuera de Bildu y desdeñando las más mínimas reglas de cortesía, será muy difícil conseguir un Gobierno estable. Parece que tengan un ojo puesto permanentemente en las urnas, como si ya hubieran interiorizado que a partir de ahora serán una vez al año, en lugar de una vez cada cuatro años. El caso es que si la solución siempre pasa por lo que hagan los demás, ¿por qué votarles a ellos? Yo veo adecuadas las líneas rojas una vez que ha arrancado la legislatura. A tope, todo lo rojas que se quieran. Sin embargo, apostar por el bloqueo, me da igual quién lo haga, resulta nefasto.

*Periodista