Cosmopoética ha abierto sus puertas de par en par, --la cita de los poetas del mundo en Córdoba--, con aire de un festival de literatura, música y arte. Hace ya muchos años, Blas de Otero, proclamaba la grandeza de la palabra: «Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré, como un anillo, al agua, / si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra». En sus versos, el poeta expresa que puede perderlo todo, pero que nunca le quitarán la palabra. Bueno, hace cuarenta y ocho horas, en las alturas políticas de este país, alguien, añorando la vieja censura, proponía limitar la libertad de expresión de los medios. La eterna fórmula de «matar al mensajero». Por eso, Blas de Otero nos regaló su poema En el principio, con metáforas escalofriantes: «Si abrí los labios para ver el rostro / puro y terrible de mi patria, / si abrí los ojos para desgarrarmelos, / me queda la palabra». Cosmopoética ilumina y enaltece la palabra, este año bajo del disfraz de ‘La ciudad de la pasión’, pasión no solo por los versos, «pasión por la verdad de la vida, el amor, o el tan oscuro deseo que late en la carne de la palabra». En el ancho escaparate de los poetas cordobeses, yo me quedo con la belleza lírica de los libros de Roberto Loya, --Artaud en la India, Los ojos no están aquí, La sombra de buda--, buscando siempre entre los misterios de la vida razones para esperar, para vivir, para soñar. Su poesía es delicada, suave, pero intensa, rica en símbolos y sublime en expresiones que nos recrean ese interior profundo del hombre que roza con sus dedos la infinitud. A veces, Roberto nos obsequia con versos tan sublimes como este: «Nada es / si antes no ha sido cielo». ¡No se podría decir mejor en tan pocas palabras! Cosmopoética es ya cita universal de los grandes poetas, pero también es convocatoria para descubrir su misión: «La fuerza y la emoción de la palabra». Antonio Agredano, director de Cosmopoética, «el hombre que tiene la manía de leer poesía en voz alta», nos dice que la poesía requiere a veces un esfuerzo «para ser entendida, para ser sentida». Y añadimos nosotros, y «para ser vivida».

* Sacerdote y periodista