En los años 50 del siglo XX, el sociólogo alemán exiliado en Estados Unidos Theodor Adorno publicó su libro La personalidad autoritaria, que se convirtió en un clásico de la Ciencia Política. En él mostraba los resultados de una investigación en la que se preguntaba por qué ciertos sectores de la población preferían votar a opciones políticas claramente autoritarias. A través de la Escala F, Adorno definió la personalidad autoritaria como la clave explicativa de esta tendencia, y la definía como: tendencia al pensamiento jerárquico, odio hacia lo débil, creencia en el ciudadano medio, pensamiento rígido y estereotipado y rechazo por el pensamiento crítico.

Junto a la pulsión autoritaria de la personalidad de T. Adorno, hay otras teorías que también colaboran a explicarla. Una de ellas menciona la capacidad que tienen los partidos autoritarios para fragmentar a la población convirtiendo a ciertos grupos en grupos odiosos y amenazantes para otros: los refugiados, los homosexuales y las mujeres... De modo que el miedo o el odio a «los otros» se convierten en catalizadores del propio sufrimiento personal.

El profesor de Teoría Política Stathis Kouvelakis analizó cómo el Frente Nacional de Marinne Le Pen ganó en Francia el espacio político que no había ocupado la izquierda más solidaria al distanciarse del discurso neoliberal de su padre. Fue un giro importante porque, como apunta el profesor, la mayor parte de los partidos neo-fascistas, a los que él llama anti-sistema, preservan a toda costa las relaciones de poder económico, pero Le Pen hija se distanció de esa retórica y casi alcanzó el poder.

Pero, más allá de las dinámicas de los partidos para captar votos, ¿Por qué la ciudadanía no se moviliza contra la desigualdad económica y social, contra los riesgos sociales crecientes o contra la rápida destrucción de sus entornos y, en cambio, vota opciones autoritarias que prometen la destrucción del Estado del bienestar, el incremento de las transferencias económicas a los más ricos, la reducción de derechos de ciudadanía y una clara involución nacionalista?

Varias respuestas se dan a esta cuestión y seguramente todas pueden explicarla parcialmente.

En mi opinión, la más satisfactoria es la que apunta a la necesidad que tienen aquellos que se encuentran en peor situación de obtener, de manera vicaria, alguna ilusión de poder, de ese poder que nunca alcanzarán y que será utilizado para hacerlos aún más vulnerables.

* Doctora en Sociología