La elaboración de las candidaturas de los principales partidos políticos a las elecciones generales del 28 de abril está ofreciendo una imagen a caballo entre la renovación y la laminación de la oposición interna a los líderes políticos. Expresa también la escasa convicción con la que las formaciones dan voz a sus militantes: las descubiertas triquiñuelas que han dejado mal a Ciudadanos en sus primarias resultan descorazonadoras para un partido tan joven, igual que los vetos que se intuyen en Podemos o la situación que está viviendo el PSOE, en la que los militantes han hecho sus propuestas, pero la última palabra que tiene el comité federal puede ser utilizada para configurar unas candidaturas en las que toda voz discrepante quede anulada, con el máximo exponente en Andalucía. Más sencillo lo tiene el Partido Popular, en el que Pablo Casado está sorprendiendo con sus propuestas de cabezas de cartel, pero en el que no hay sorpresa en cuanto a la exclusión de aquellos que apoyaron a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias.

Se diría que los líderes utilizan la batalla electoral no solo para configurar esquemas de lealtades inquebrantables sino para debilitar o noquear de cara al futuro cualquier diferencia interna. En el caso del PSOE, Susana Díaz ha estado correcta al señalar que, igual que ella diseñó sus candidaturas para Andalucía, Pedro Sánchez debe tener la última palabra sobre las listas al Congreso y al Senado. Y que ella respetará la decisión del máximo órgano entre congresos del PSOE. Las candidaturas andaluzas que se están debatiendo en Madrid se han plegado al interés del secretario general socialista de colocar en cabeza a sus ministros -Luis Planas en Córdoba--, pero el resto de aspirantes son de la órbita susanista. Y así se viene desarrollando en Madrid desde el viernes pasado un tira y afloja cuyo desenlace definitivo se conocerá hoy. Tangencialmente, Córdoba está pendiente de otra disputa entre socialistas, la que mantiene la alcaldesa y candidata a la reelección, Isabel Ambrosio, con el secretario provincial del PSOE, Antonio Ruiz, tras los cambios --más relevantes por razones cualitativas que cuantitativas, pues no son muchos-- realizados por el comité provincial en la lista a las próximas municipales. Ambrosio ha pedido apoyo al comité federal del PSOE para elaborar con libertad su candidatura, y se diría que la discrepancia interna la está empujando hacia un sanchismo en el que no militaba.

¿Merece la pena esta exhibición de batallas internas con las citas electorales en ciernes? La imagen ante los votantes no es buena, y el tiempo dirá, en función de los resultados electorales y de las responsabilidades de gobierno que se deriven de los mismos, cuáles serán las consecuencias de lo que ocurre ahora.