En enero se cayó un puente en Colombia por el error humano del diseño de una sola viga del mismo; en marzo se desplomó en Miami una pasarela peatonal sin conocerse el motivo y en mayo nos dejaron atónitos las imágenes del impresionante derrumbe de un puente en Cuba por el efecto de la tormenta Alberto; en 2011, en Portugal, el desplome de una antigua infraestructura sobre el Duero se cobró el récord de víctimas hasta ahora, siendo menos las de este letal e impresionante derrumbe del conocido como puente de Brooklyn de Génova, que ya atribuyen a una lamentable falta de mantenimiento y tal vez a un diseño errático. De nuevo el hombre y sus errores... Lo de Italia convendrán conmigo que da para una profunda reflexión ya que se han desplomado diez puentes en los últimos cinco años.

Entre las crónicas de tan dramática noticia leo que en alguna se ha dicho: «Alguien se ha equivocado, porque un puente no puede caerse», y hete aquí que no estoy en absoluto de acuerdo con tal afirmación.

Los puentes se construyen por hombres y sirven para unir dos riberas de un río, dos montañas separadas por un valle más o menos profundo, o sencillamente dos partes enfrentadas que de otra manera no podrían unirse, o sería tremendamente difícil.

Y no olvidemos que también construimos muchos otros puentes, de los que no están hechos con hierro ni cemento y que son tan o más complejos que el mayor reto de ingeniería. Los puentes que los humanos tendemos a personas que vienen de otros mundos enfrentados al nuestro, tan de primer orden y civilizado; los puentes que tendemos a ese amigo o familiar que en un momento determinado sufre un revés económico, o las consecuencias de una mala empresa; los puentes que los padres tendemos a los hijos, siempre y ante cualquier adversidad, porque si no fuera así, ser padres o madres perdería toda su esencia; y hasta el puente que un día al levantarnos construimos con muy pocas palabras y con el que somos capaces de alcanzar de nuevo la orilla de esa persona que se alejó.

Y aquí viene la reflexión: si importantes son los puentes, tanto o más es saber que todos, sin excepción, pueden derrumbarse porque siempre, ya sean los de hierro o los otros, se construyen por hombres y mujeres que cometemos errores, y cuando no lo hacemos llega de repente el huracán de turno que nos resitúa y nos recuerda lo que somos: tan pequeños como mortales.

* Abogada