Digo seres, porque son seres vivos, pero no se les puede llamar seres humanos, ya que para ello tendrían que contar con empatía, sentido de la moralidad así como con otros sentimientos distintos a los de la ira o el desprecio, que son los únicos que son capaces de sentir estos elementos.

Son parásitos de seres humanos, a los que exprimen a todos los niveles que les sea posible: emocional, laboral y económicamente. Cuando los deja vacíos y hundidos, o bien son descubiertos, buscan nuevos humanos a los que explotar.

Pueden ser familiares, tu pareja, amistades, compañeros de trabajo o jefes y se desenvuelven muy bien en sistemas u organismos formados por masas de personas a las que manipulará, engañará, estafará y pisoteará para poder ejercer sus ansias de poder, sin sentir el más mínimo remordimiento ni escrúpulo alguno.

Son increíbles, literalmente, ya que todo en ellos es falsedad y mentira, actores dignos de un óscar. Mienten compulsivamente y de todas las formas posibles: de palabra, obra u omisión, sin inmutarse, intercalando alguna verdad, pero solo con el fin de que los creas. Son embaucadores, mostrando una imagen de una persona encantadora, amable, simpática y muy carismática, para una vez cautivadas a sus víctimas y ganada su confianza, aprovecharse de ellas.

¿Cómo puedes saber si tienes en frente un psicópata integrado o estás siendo víctima o parasitado por estos demonios? Despertará en ti una disonancia cognitiva enorme, provocando una incertidumbre en la que no sabrás discernir si es esa persona maravillosa que te pareció en un primer momento o si es malvado, ya que ya habrás empezado a ver detalles, contradicciones y descubierto varias de sus mentiras, así como ciertos comportamientos o comentarios con una falta total de moralidad y empatía. Aquí el refrán: «Piensa mal y acertarás», se aplica completamente.

Otra pista muy significativa es su historial personal y laboral en el que él o ella, (pues se dan por igual en ambos sexos) se hacen pasar por víctimas, cuando realmente son ellos los que han dejado un rastro de «cadáveres» y conductas, (si no delictivas, que también puede haberlas) completamente inmorales, perversas y siempre destructivas y dañinas. Es por eso que suelen cambiar con cierta frecuencia de ciudad, domicilio, trabajo y parejas, por no hablar de su promiscuidad e infidelidad típica de estos depravados.

Todos son narcisistas. No les importa ni quieren absolutamente a nadie, solo a sí mismos. Las personas con las que se relaciona son cosificadas para su beneficio e interés, y de las que espera y exige atención y adulación hacia su persona. Creen merecerlo todo por el simple hecho de haber nacido. Las personas empáticas, generosas, amables y bondadosas son sus objetivos y presas ideales, a las que considera ilusas y bobas por dejarse engañar. Consideran que se merecen ser tratadas así por ellos y serán despreciadas y humilladas hasta anular por completo su autoestima. Llegado a este punto, buscarán nuevas presas, aunque realmente tienen siempre sustitutas o «recambios» para asegurarse el combustible que necesita su ego hambriento. Es decir, tienen que robar o anular la valía de los demás, ya que ellos por sí mismos no tienen ningún valor. En el fondo son personas tremendamente acomplejadas y envidiosas.

A pesar de que soy atea, he de reconocer que tras haber estudiado y haberme documentado sobre los psicópatas integrados, he llegado a la conclusión de que el diablo existe y se manifiesta en estos seres.

Si topa con estos diablos o diablesas, salga corriendo. No se deje engañar por el diablo ni permita que viole su alma.

* Escritora y consultora de inteligencia emocional. Autora del libro 'Jodidas, pero contentas'.