No quiero criticar a los partidos políticos en general porque son el gran instrumento de la democracia actual, son nuestro mejor mal menor, y porque también hay muchos que están deseando oír que «todos los partidos son iguales» para deslegitimarlos... para deslegitimarlos a todos salvo a su propio partido, claro.

Pero hay algunas cosillas, y ya ven que digo cosillas con mucha delicadeza y en simpático disminutivo, que no me cuadran. No voy a referirme mucho a lo del tema de los aforamientos (que tampoco es tan grave, porque si algún político aforado comete un delito lo único que cambia es la sala que lo juzgará) o en que el erario público acabe pagando a tanto por voto recibido por los partidos, cuando todo buen ciudadano vota gratis. Ni siquiera a esas ocasiones en las que los bancos le han perdonado a los partidos millones de euros de deuda, que, me pregunto yo, cuándo a usted o a mí un banco le ha condonado un solo euro de lo que le debe.

En esta ocasión me refiero a las redes sociales, porque la noticia de que la nueva Ley de Protección de Datos permite usar el big data, todos nuestros comentarios de años y afinidades, para que los partidos políticos nos puedan mandar selectivamente sus correos publicitarios electorales, me aterra. No por los correos en sí (aunque algunos dan miedo de lo cutre y básicos que son. Pocos, por ejemplo, te facilitan un enlace a su programa electoral para poder ver, reflexionar y comparar), sino porque esas bases de datos... ¿Van a ser usadas en el futuro solo para propaganda electoral? ¿Quién me lo garantiza? ¿Y si de pronto me veo relegado en unas oposiciones, en una entrevista de trabajo, en cualquier trámite porque sin saberlo estoy en una de esas listas?

Efectivamente, se puede pedir en una página del Instituto Nacional de Estadística (INE) https://sede.ine.gob.es/oposicionPartidos/presentacion?lang=es_ES no recibir propaganda electoral y, en virtud del artículo 58 de la Ley, se recoge la posibilidad de que los votantes envíen el formulario para evitar que los partidos recopilen datos personales en internet ni les manden publicidad. Pero eso sí, hay que mandarlo a todos y cada uno de los partidos por circunscripción, que mire usted, con la pereza que da perder horas y horas en ello y lo mal que queda uno ante todas las siglas... Mejor dejarlo. Que lo mismo te meten en otra lista y es aún peor.

En fin, que con todos los miramientos que tiene la Ley de Protección de Datos, incluidas algunas cosas que parecen auténticas chorradas, es llegar el tema de que los partidos no tengan derecho de pernada sobre tus ideas personales y... Aquí parece que no hay ni ley ni protección que valga.

Pero para acabar, y volviendo al principio del artículo, quiero reiterar que amo a todos los partidos muchísimo. A todos. En serio. Una barbaridad. (Nunca se sabe quién puede estar tomando nota).