Me llama Duarte para decirme que vayamos aprendiendo aquí, porque pronto nos van a dar lecciones desde allí. Se me apareció Duarte por primera vez, mientras me encaramaba a las murallas del Castelo dos Mouros, en Sintra. Un tipo pesado. Andaba yo dándole vueltas a la cabeza al poema de Pessoa sobre un viaje en berlina por la sinuosa carretera de Sintra, y entre sus heterónimos y el recuerdo de su estatua de bronce sedente a la puerta del café A Brasileira donde muere el viejo Chiado, surgió Duarte y vino a aventarme de ensoñaciones y demás elucubraciones fadísticas. El fado y sus saudades es algo así como el tango, pero con menos navajas en la liga y el corazón derramando tristeza entre las cuerdas de una bandurria. Más o menos. Duarte es un especialista en enredar las cosas, tengan o no tenga que ver. Me dice que si acaso creo que no es coincidencia la visita del Para a Fátima con el triunfo de Portugal en Eurovisión, e incluso con el triunfo de su selección en la última Eurocopa. Le digo que de esto último ya hace tiempo, pero chasca la lengua y responde que a ver si me creo que el viaje papal no se estaba ya preparando desde entonces. ¿Quién le rebate a un espíritu, melancólico de colonias cafeteras, pesquerías de bacalhau y bosques de ébano? Me callo, naturalmente. Hablamos de Salvador Sobral y su encantadora canción, aunque le digo que me temo que muy pronto lo van a denunciar por plagio, a él o a Lucía, su hermana, porque el tema es pintiparado a alguna cosa, que me da vueltas en la cabeza, de garitos neoyorkinos de los cuarenta o cincuenta, algo a medio camino entre el jazz y la bossa. No importa, Sobral es un espectáculo en sí mismo, original, y ha aportado la calidad que al festival le falta desde hace décadas. Duarte se me aparece como salido de las páginas de aquel libro de Fernanda de Castro que me zampé en portugués en Vilamoura hace años, Cartas para além do tempo, opinando lo que no debe y adelantando acontecimientos; no aguanto más, lo vuelvo a meter en la novela que estoy escribiendo, de donde ha salido sin mi permiso para atormentarme. A veces los personajes se creen que pueden hablarte de tú a tú.

* Profesor

@ADiazVillasenor