Exagerar y desfigurar es uno de los principios de la propaganda nazi y los líderes de Vox se han encarnado en aventajados seguidores de Goebbels. ¡Es propaganda, estúpidos! Así vino a resumir Ortega Smith el acuerdo alcanzado con el PP, del que se han caído el desmantelamiento de la autonomía andaluza, la derogación de la ley de violencia de género y la deportación de 52.000 inmigrantes, exigencias que provocaron el martes un auténtico terremoto en el PP. Era propaganda pero Casado --la derechita cobarde, le llama Abascal-- ya había comprado parte de la mercancía con respecto a la ley de violencia contra las mujeres. Era propaganda de vendepeines pero Feijó se puso de frente: «No nos podemos arrastrar». Hay que reconocer que Juan Manuel Moreno ha sabido torear al incluir un mandamiento sobre la creación de empleo. Qué cosas, los propagandistas han ignorado que donde más les han votado es en la Andalucía que soporta mayor nivel de paro. Han pasado de ellos en esas tablas de la ley en las que priorizan los toros y la Reconquista hasta el extremo de pretender celebrar la toma de Granada, como si quisieran declararle la guerra a la Yihad islámica, empeñada como está en que Al Andalus vuelva a ser tierra de Califato. Claro que era propaganda, pero muy bien dirigida hacia las próximas elecciones en las que el nacionalpopulismo español se sentará en parlamentos y ayuntamientos y llegará a Bruselas donde se codeará con otros partidos nativistas europeos. Pero antes habrá que gobernar y derogar las «leyes liberticidas» en Andalucía.

* Periodista