Las prohibiciones están a la orden del día. Como ocurre siempre, las hay de todos los colores. La primera división es la más acertada: prohibiciones que tienen sentido y prohibiciones que no lo tienen. Pero hay tambien «prohibiciones simpáticas», que buscan nuestro bien personal o el bien de los demás. Hace poco, aparecía la noticia de que el Papa Francisco había colocado en la puerta de su despacho, donde suele recibir a diario a los colaboradores, un cartel, en grande, en el que se pueden leer estas palabras: «Prohibido quejarse». Y luego, a modo de desglose de esta nueva ley, señala los puntos que la concretan: «Los infractores de esta norma padecen un síndrome de victimismo que disminuye la capacidad de resolver problemas y el buen humor. El castigo será doble para los que se quejen ante los niños. No se concentre solo en sus límites sino en sus capacidades. Deje de lamentarse y cambie su vida». La noticia tuvo su pequeño impacto, porque es muy difícil no quejarse nunca. ¿Quien no se ha quejado alguna vez con toda la razón del mundo? La queja, según la Real Academia de la Lengua, es «expresión de dolor, pena o sentimiento». Es decir, que se queja quien los sufre, sea quien sea, y ocupe el lugar en el mundo que ocupe. Aunque también es cierto que algunas situaciones, profesiones, vocaciones, cargos o relaciones son más proclives a sufrir. Por ejemplo, los enfermos con tremendos dolores; o los padres cuyo dolor es proporcional al que sufren sus hijos. Probablemente, el Papa, al colocar ese cartelito, recordaría sus propias palabras escritas en la exhortación apostólica La alegría del evangelio: «Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencatados, con cara de vinagre. Aun con la dolorosa conciencia de las propias fragilidades, hay que seguir adelante sin declararse vencidos, y recordar lo que el Señor dijo a san Pablo: «Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad». Frente a la queja, ilusión por un futuro mejor.

* Sacerdote y periodista