Como ahora es obligatorio «posicionarse», los seres humanos que van por la calle y se encuentran con un periodista que les pone delante la alcachofa no pueden decir «mire usted, no tengo una opinión formada». Ni pensarlo. Deben decir: «mire usted, pienso esto y aquello y, en general, no hay derecho». Por ejemplo, la iluminación de Navidad. Ahí hay que decir algo. Por una parte, los «anti», que llevan razón en que con ese dinero se pueden cubrir otras necesidades, pero que tampoco convencen a la sociedad de que el dinero del alumbrado navideño resolverá la injusticia. Por otra, los «pro», que ya era hora de que la ciudad no estuviera tan cateta y se animara el comercio. Con este grupo de opinión habrá que esperar a que hagan cuentas los comerciantes. Luego, el sector moderado viene a decir que es bonito seguir las tradiciones, que quizá esa alegría que transmiten las luces del centro de Córdoba sea un regalo para niños y mayores y active la economía, y que tampoco es tanto dinero una vez al año. Y si encima, en el entorno de la Cumbre del Clima le dan un premio a Ximénez Group por buscar tecnologías que consiguen ahorros energéticos importantísimos, pues no será tan malo. Como no quiero escapar de mi obligación de opinar, diré que soy más bien «pro luces», sector moderado. Ahora, a esperar el otro gran debate: la Cabalgata de Reyes. Ojú.