El ritual de elegir la primera película del año cobra una nueva dimensión. A pesar de la saturación, he vuelto a disfrutar de las listas de lo mejor del año (y de la década). No puedo evitarlo, me encanta hacerlas y me encanta, sobre todo, estudiar las de los demás en busca de revelaciones que se me hayan podido pasar, dispuesta a replantearme películas que a mí no me gustan y a otros sí, e intentando ingenuamente (porque el mundo de las listas es insondable) detectar en ellas patrones que resuman el año o, en este caso, el decenio.

Pero esta vez he disfrutado aún más con otro (discreto) fenómeno en línea: la primera película que he visto en el 2020. No es nada nuevo, la necesidad de compartir en redes la película elegida para empezar el año viene de lejos. Pero el ceremonial para escoger la propuesta que inaugure nuestro nuevo año frente a las pantallas es ahora más valioso que nunca. Es como si, al menos por un día, hubiéramos decidido bajarnos de un presente tomado por la inercia, abocado al pozo sin fondo de los catálogos de las plataformas e impulsado por las prisas por ver las novedades antes de que envejezcan (días después). Claro que estoy generalizando, claro que habrá gente que elija la película de cada día como si fuera la primera del año, con la misma ilusión y el mismo mimo. Pero no puedo evitar sentir que a día de hoy hay algo solemne, hasta romántico, en ese gesto, también en la necesidad de compartir la elección.

Es significativo comprobar que la mayoría de las películas elegidas para recibir el 2020 no son estrenos recientes, ni novedades de Netflix, ni rescates de última hora. Casi todas son clásicos. O asignaturas pendientes pospuestas demasiado tiempo. O recomendaciones de otras personas a las que se quiere o en las que se confía. O títulos elegidos para ser vistos en familia o con amigos. Lo dicen los mismos que comparten su elección, y es evidente que lo último que han hecho es dejarse llevar por la inercia. En casa empezamos el 2020 con El gran Buster, el documental de Peter Bogdanovich sobre Buster Keaton. Queríamos ver algo bueno y sabíamos de esa combinación no podía salir nada malo. En el momento no lo pensé, pero ahora me parece significativo y hermoso haber pausado el presente recordando a un genio del pasado.

* Periodista