Hoy, la Constitución Española de 1978 se convierte en jornada festiva. Y bien que lo merece. Se redactó como marco de convivencia entre españoles bajo tres premisas. Primera, en su redacción debían participar todas las fuerzas políticas democráticas, lo que posibilitaría que fuese compatible con el gobierno de cualquier opción política, excepto aquellas que buscasen destruirla. Segunda, se aspiró a que fuese una Constitución duradera, para lo que se estableció que, para reformarla, fuese necesario el mismo consenso que en su redacción. Tercera, se establecieron mecanismos de equilibrio de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, para que ninguno tuviese más poder que los otros. Y así, con la Constitución de 1978 se selló la reconciliación de las dos Españas, que venían enfrentándose a muerte desde el reinado de Fernando VII, y se dio paso al mayor periodo de paz, prosperidad y estabilidad política de nuestro país. Estas son las páginas vivas de la historia que hemos vivido y estamos viviendo la mayoría de los españoles. Por eso, la jornada de hoy queda marcada como jornada de fiesta. La España de la Transición, el pueblo y sus dirigentes, supieron estar a la altura de aquella crucial coyuntura histórica. Aprendieron de los errores del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, (donde encontramos múltiples constituciones, inestabilidad política, atraso social y económico, y tres guerras civiles que desembocaron en la tragedia de 1936), errores que fueron corregidos. Pero, lógicamente, la historia no se detiene, como tampoco se detienen las libertades humanas ni los avatares de los tiempos. Lo que sí aparece con claridad es una oleada de deterioros, un horizonte de incógnitas, una cadena de actitudes incomprensibles que pueden desembocar en verdaderas esclavitudes. Por eso, en esta hora de crecientes responsabilidades, importa mucho mirar, leer y reflexionar sobre el alcance y el sentido de nuestra Constitución, para que nada ni nadie enturbie sus luces. Los desastres humanos no llegan solos. A veces, los construimos «pasito a pasito».

* Sacerdote y periodista