Nos hemos acostumbrado al día a día de las falsas promesas, primero. Luego, a las mentiras gruesas y descaradas para vestir toda clase de argumentos, ya sea un currículum personal o la memoria histórica de un pueblo. Lo malo es que, cuando las mentiras son premeditadas y sistemáticas, y se dirigen calculadamente hacia un colectivo, acaban confundiendo a la población y criminalizando al colectivo, minando la convivencia. Ya lo hizo Goebbels con los judíos, y todos conocemos las trágicas consecuencias.

La Universidad de Massachusetts publicó el año pasado un estudio en el que aseguraba que en las redes sociales ya se difunden más noticias falsas que verdaderas. Dando incluso lugar a numerosas páginas web que detectan las fake news, aunque la mayoría de los usuarios ni cuestiona ni contrasta dichas noticias, sino que se alimenta de las que quiere creer. Existen diversas iniciativas sociales para desmontar los rumores y falsedades que circulan con gran volumen en torno a la inmigración: ya sea el programa O.O Rumores de Cic Batá, o la Red AntiRumores que lleva varios años funcionando. Las redes divulgan falsedades con mensajes y fotos trucadas, como la oposición de colectivos musulmanes al alumbrado navideño de Málaga, o que a los extranjeros que llegan sin documentación la Administración les da un móvil, o que los «sin papeles» tienen derecho a viviendas sociales, a sanidad o a guarderías por encima de los nacionales, o que los «moros» son terroristas de nacimiento. Una mentira tras de otra, que va calando en la población. Incluso escuché en antena, antes de las elecciones, a un candidato a la presidencia autonómica decir que «los extranjeros sin papeles reciben ayudas de 800 euros al mes». Ante el asombro por tamaña mentira y la xenofobia que ello provoca, la periodista pidió datos al candidato entrevistado, quien dijo que sus fuentes eran «la calle», que «todos lo saben», acentuando su manipulación.

Desde el conocimiento, es fundamental deconstruir los rumores que se sustentan en términos mal empleados, peyorativos o generalizaciones absurdas. Todos empiezan diciendo «yo no soy racista», para a continuación deslizar el bulo que justifica lo contrario. Lo peor de todo, es que mucha gente no quiere oír la verdad, no quieren argumentos ni razones que no avalen su prejuicio. No quieren datos sobre la base de la riqueza en Almería, USA o Alemania; ni les interesan los estudios ni estadísticas que refrendan el saldo positivo de las migraciones en términos económicos, culturales o demográficos. Quieren un culpable sobre el que proyectar sus miedos y su ignorancia. No quieren terminar con el hambre, simplemente prefieren un muro para no verla. Antonio Guterres denunció expresamente las falsedades divulgadas sobre la migración en general. 60.000 migrantes muertos en sus desplazamientos por rutas peligrosas desde el año 2000, son «una fuente de vergüenza colectiva» indicó el secretario Gral de ONU, víctimas que nos piden respeto, que nos gritan basta ya de tanto odio, de tanta mentira y de tanta ignorancia. Ahora, el nuevo acuerdo de gobierno sobre Andalucía incluye apoyar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en el control de fronteras. Cuestión sin competencias de la Comunidad Autónoma, como si hubiesen pactado la sucesión a la Corona. Otro brindis al sol para contentar a la parroquia y retroalimentar los prejuicios.

* Abogado y mediador