En términos de la mayoría, la primera reflexión de las elecciones generales es un ¡uf! de alivio: después del miedo que han dado no hay más nostálgicos del franquismo en todo el Estado español que independentistas en Cataluña y puede que el mismo número de banderas. La segunda es un ¡ah! de desaliento: si hubiera unos pocos más progresistas, el PSOE pudiera gobernar sin tener que recurrir a los independentistas. Y la tercera es un ¡bah! de suficiencia: el PSOE gobernará de todos modos echando mano a izquierda y a derecha, según se encarte, al quedar perfectamente centrado. Su victoria ha sido rotunda: de un tajo ha cortado las tres cabezas de la bicha.

Pero, depende de la ideología donde usted se coloque o las prisas que tenga por un cambio, podrá exclamar ¡Uf! de chungo: si la gente del PSOE no quiere tener nada que ver con Cs, como gritaba en Ferraz, y estos nada que ver con Sánchez, como manifestaron en campaña por activa y por pasiva, y si los PSOE ven a los podemitas con cierta repulsión y estos a ellos con desconfianza, etcétera, ¿cómo van a desdecirse unos y otros y pactar estos y aquellos? Bueno, pues si usted se sitúa en una perspectiva pragmática tipo Deng Xiaoping (a la que, por cierto, ya recurrió en su día Felipe González) de que no importa el color del gato sino que cace ratones, emitirá un ¡ah! de compresión: afortunadamente la palabra del político no vale mucho hoy en día y siempre se puede recurrir al interés nacional y otros intereses, como por ejemplo los de los Bancos o los mercados, es decir, los intereses de tipos como los Botín o los Ortega, cuyo voto vale en proporción directa a su dinero, digo yo. Y entonces usted, que no entiende mucho de política ni economía, sino que es hombre de principios y su interés está en encontrar empleo o no perderlo o en disfrutar de mejor asistencia médica y cosas así de útiles y cotidianas, puede que se cabree y suelte un ¡la hostia! de burlado: otra vez nos han dado gato por liebre, dirá, y tal vez se lo piense cambiar en las municipales.

Nada de eso, amigo, tranquilícese. Use unas cuantas interjecciones, que hay muchas a su disposición, y así se desahogará. Pero, en todo caso, no use interjecciones mal sonantes y, por ejemplo, exclame «¡miércoles!» en vez de «¡mierda!», cuando oye que Alfonso Guerra recomienda un pacto PSOE-Cs. Guerra fue aquel que, atemorizado por el procés y frustrado por la «operación Susana», preguntó con sorna a la dirección de partido liderado por Sánchez: «¿Hay alguien ahí?» Y le han respondido 7.480.775 votantes diciendo: «Aquí estamos con Sánchez». Y ¡qué caray!, la campaña ha sido derechas contra izquierdas, cuando la socialdemocracia era la izquierda y el Cs era una de las tres cabezas de la derecha, ¿o ya ha cambiado la cosa? En cuanto al problema territorial, la mayoría prefiere el diálogo y, ¡leñe!, ¿cómo puede pactar el PSOE con quien solo quiere el art. 155 ¡ya!? ¿Hay alguien ahí para aclarármelo?

* Comentarista político