Marc Marginedas ha vuelto al lugar de su cautiverio. Esta vez, para rodar el documental Regreso a Raqqa, dirigido por Albert Solé. Para el periodista, el horror empezó en septiembre del 2013. Un año después, Abu Bakr al-Baghdadi declaró la creación del califato. El autodenominado Estado Islámico llegó a controlar 90.000 kilómetros cuadrados, millones de personas vivieron bajo sus dominios y atrajo a entre 16.000 y 20.000 extranjeros. Jóvenes, pero también familias enteras, buscaron refugio en una espiral de locura que aunaba la violencia más brutal y una suerte de utopía religiosa y política. No todos eran personas desarraigadas en sus países de origen. ¿Por qué la alucinación atrajo a tantos? ¿Qué combinación de vacío existencial, falta de expectativas, vulnerabilidad a la propaganda hizo posible ese peregrinaje? El Estado Islámico se convirtió en una potencia mundial del terror porque sus miembros estuvieron dispuestos a morir por él. El fanatismo tomó la forma de una bandera negra, unas siglas y unos cuerpos inmolados. Ahora, quedan los interrogantes. Las respuestas nos hablaran de ellos, pero también de nosotros.

* Escritora