Entre burbujas y burbujas de ladrillo y hormigón, que no de jabón, habita una bella palmera, majestuosa, de más de dos metros. Puede verse aún en pleno solar entre las calles María Blanchard y Bailarina Anna Pavlova.

Yo que paseo perro y me entreno para mi aún lejana jubilación viendo obras y obras en la zona, creo recordar que la planta llegó allí con tiesto y todo hace unos 5 ó 6 años, posiblemente arrojada por encima de la valla del enorme solar. Fue abandonada como se hacía con los niños en la Gota de Leche o con los perros y gatos en los cubos de basura.

Claro, el solar también ha cambiado en estos años. Era por entonces un espacio mezcla de vertedero y jardín de vegetación salvaje con encantador desaliño que durante muchos meses al año mantenía incluso una charca y hasta era visitado anualmente por una pareja de ánades migratorias. Ahora parece una pista de tenis de tierra batida, lisa y yerma.

Y ahí está la plantita. Ganó la tierra, se agarró a ella. Enraizó y se estableció, ganándose mi respeto y el de muchos vecinos y trabajadores del edificio casi acabado de al lado... Y el de las máquinas allanadoras de terreno. Ejemplo de integración, ¡eso es!

Ahora le llega, si no lo evitamos, su sentencia de muerte en forma de anuncio de nueva promoción inmobiliaria. Podrán decir que no queda más remedio que arrancarla para hacer los cimientos y las cocheras, salvo que haya magia... Y solidaridad... Y visión para que se haga lo adecuado. Elevarla a la categoría que merece, que sea reubicada en la futura urbanización, en los cercanos jardines de la calle Policía Local Marisol Muñoz, en el jardín botánico o qué se yo.

Llamaré en un poquito a parques y jardines del Ayuntamiento, a ver qué dicen. Espero que mi próxima carta al director sea para compartir con ustedes la noticia de la nueva ubicación de la plantita.

<b>Jesús Villafuerte Fernández</b>

Córdoba