La campaña de recogida de la naranja y el aceite de oliva se está viendo marcada por los bajos precios que están recibiendo los agricultores por sus cosechas. Ambos cultivos tienen una especial importancia en la producción final agraria de la provincia, tanto por su peso en la economía cordobesa, como por la creación de empleo. Mientras que la naranja ha sufrido un descenso de cotizaciones que en algunos casos han dejado el valor de la fruta por debajo de los costes de producción, en el caso del aceite de oliva se ha registrado una reducción que alcanza el 30%. Detrás de esta importante crisis de precios, que está provocando que los citricultores retrasen la recolección, se encuentra la competencia de la naranja importada de otros países como Sudáfrica o del Cono Sur. Además, las expectativas de buena cosecha en Turquía, Egipto o Marruecos pueden mantener esta importante incidencia en los mercados nacionales. Ante esta evolución, la Junta anunció la semana pasada que pondrá en marcha un plan global para aumentar la estabilidad de precios. Por lo que se refiere al aceite, desde el sector achacan la reducción del valor a la presencia de especuladores que están aprovechando la abundancia de zumo de la aceituna en el mercado. En ambos casos se hace necesario una mayor concentración en origen, pero también seguir insistiendo en el aprovechamiento del valor añadido de producciones de enorme calidad.