Como se esperaba, pues lo dictaba la lógica pese a la incertidumbre marcada por el escenario político, Vox retiró ayer la enmienda a la totalidad que, sumada a las presentadas por el PSOE y Adelante Andalucía, hubiera supuesto la devolución al Gobierno del proyecto de ley de Presupuestos de Andalucía para 2019. Así, las cuentas continuarán su tramitación con los supuestos marcados: un volumen de 36.495,5 millones de euros, un 5% más que los de 2018, de los que 20.343 corresponderán a gasto social, con un alza del 5,9% respecto del anterior ejercicio. El proyecto prevé un crecimiento económico del 2,1% y la creación de unos 60.000 empleos.

En su defensa del proyecto de ley, el consejero de Hacienda, Juan Bravo, lo definió como el «presupuesto del cambio», «el de la rebaja fiscal», hecho «por y para las personas». Tras la sesión de ayer, y despejado el temor a que fuera devuelto al Gobierno del PP y Ciudadanos, que hubiera sido un enorme fracaso para la alianza de Juanma Moreno y Juan Marín, comienza la tramitación con el objetivo de debatirlos y aprobarlos los días 17 y 18 de julio. Esto supone que no será posible su ejecución, por el escaso margen temporal, y que inmediatamente se empezará a trabajar en los Presupuestos del 2020, que serán los que marquen las novedades en la gestión del nuevo Ejecutivo andaluz.

Precisamente, Vox decidió dar marcha atrás y no bloquear las cuentas del 2019 con las miras puestas en el 2020. El Gobierno andaluz alcanzó con la formación de extrema derecha un acuerdo difundido tras el pleno, en el que PP y Ciudadanos aceptan introducir distintas medidas propuestas por Vox, referidas a la atención a las víctimas de «violencia intrafamiliar»· (y no de género), limitaciones en las subvenciones a las asociaciones de la memoria histórica, mayor control de la inmigración irregular, reducción (y auditoría) del sector público instrumental, control de la contratación eventual... Y así hasta 34 puntos con los que Vox espera marcar su impronta en la gestión política de Andalucía.

Hasta el momento, Vox era en Andalucía un acompañante casi voluntario del Ejecutivo de PP y Cs, pero --salvo por el hecho de que no reclama entrar en el Consejo de Gobierno-- la situación ha cambiado y ahora se ha cobrado el precio de ese apoyo tan necesario para mantener al Gobierno andaluz. Se demuestra --y no solo por las explícitas acusaciones del PSOE y Adelante Andalucía-- que la política andaluza ha quedado en manos de la negociación nacional y ha sido moneda de cambio de otros acuerdos, y que Cs ha tenido que dar un paso más en su cercanía a Vox. Habrá que estar muy pendientes para ver hasta qué punto Vox es determinante en la política de la Junta de Andalucía,