Buenismo, posverdad y aporofobia son algunas de las nuevas palabras que aparecen desde el pasado 20 de diciembre en el Diccionario en red de la Real Academia Española (RAE), que las ha incorporado.

Junto a aporofobia (fobia a las personas pobres o desfavorecidas), en la versión en línea del Diccionario de la Lengua Española (DLE) pueden encontrarse hoy palabras como buenismo, que se define como «actitud de quien ante los conflictos, cede con benevolencia o actúa con excesiva tolerancia». Mientras que «posverdad»(sin T) aparece como «distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales». En Cataluña, por ejemplo, los independentistas y no independentistas catalanes están sometidos a posverdad. Pero la posverdad independentista se aproxima mucho a Trump. Trump (prototipo de posverdad) ha demostrado que la posverdad es un instrumento eficaz para ganar elecciones.

La principal posverdad independentista es que pertenecer a España ha sido un lastre para Cataluña y que los catalanes van a vivir mejor desde el primer día de la independencia. Nadie conoce el futuro, envidiamos a los que nunca se equivocan. Somos conscientes que nos equivocamos cuando hacemos previsiones. Pero cuando los ciudadanos tienen que tomar decisiones en condiciones de incertidumbre, como es el caso de la independencia, se precisa de un modelo teórico contrastado empíricamente para apoyar tu decisión. En cultura política, se denomina política de la posverdad a aquella en la que el debate se enmarca en apelaciones a emociones desconectándose de los detalles de la política pública y por la reiterada afirmación de puntos de discusión en los cuales las réplicas, los hechos y argumentos, son ignorados. Se resume como la idea en «el que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad». Para algunos autores la posverdad es sencillamente mentira edulcorada (falsedad) o estafa encubiertas con el término políticamente correcto de posverdad, que ocultaría la tradicional propaganda política, y la comunicación estratégica como instrumentos de manipulación y propaganda. También es cierto, que dentro del campo político la posverdad está alimentando los fenómenos más peligrosos del populismo de nuestros días. Así, el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, afirma que la combinación populismo, nacionalismo y posverdad constituye la mayor amenaza a la que se enfrentan nuestras democracias.

La expansión de la posverdad y su madre posmoderna relativista se está viendo apoyada por la revolución tecnológica que está invadiendo de noticias falsas y que han inundado en nuestros días el proceso vivido en Cataluña y USA. Nada es bueno ni malo (relativismo ético), nada es verdad ni mentira, sino que depende de lo que el individuo crea o con el color con que se mire. Esto desembocaría, en su pretensión, en los efectos de la torre de Babel, rencillas, divisiones y enemistades pues rompe las reglas de entendimiento del buenismo, pero sí se acerca a la aporofobia.

* Licenciado en CC. Religiosas