Ya es clásica la inauguración del nuevo curso en la Residencia de las Religiosas de María Inmaculada, de nuestra ciudad, para chicas universitarias. Ellas mismas se encargan de preparar la eucaristía, la monición de entrada, la oración de los fieles con las peticiones y la pequeña procesión con las ofrendas. Celebramos la misa en el oratorio de las religiosas, en un clima intimista, recogido, con anhelante cercanía y con esa especial atención y participación de las nuevas y antiguas residentes. Ya se sabe que una residencia de estudiantes tiene siempre abiertos los ventanales de la imaginación, de la ilusión, del buen humor y de esa alegría fina que se extiende por contagio. Al final de la eucaristía, quise dejarles un decálogo especial con Dios al fondo, con mensajes concretos para sus vidas. Como pórtico, evocamos esa gran pregunta que Jesús dirige a todas las que buscan encontrarse con él: «¿Qué quieres que haga por ti?». Se la dirigió a Bartimeo, un ciego de nacimiento, que se encontraba al borde del camino, lamentando su situación y pidiendo limosna. Le llamó Jesús y le preguntó a bocajarro: «¿Qué quieres que haga por ti?». Es la misma pregunta que formula a todo hombre y mujer que le busca y le encuentra. Bartimeo no dudó ni un instante en responderle: «Señor, que vea». Fue derecho a lo esencial para su vida: la vista. Nos dejó abierto el camino de nuestras respuestas: ir siempre a lo más importante, a lo más necesario, a lo más urgente. Luego, desgranamos brevemente el decálogo para una chica universitaria. Primero, ¡vive la vida! Con metas concretas, con ideales sublimes, con ilusión y con esperanza. Segundo, quiérete, gústate, perdónate. Sé feliz y procura que la felicidad no quede sólo en ti, sino que se derrame también sobre los demás. Tercero, cuídate. Cultiva tu inteligencia, donde está el saber; tu conciencia, donde están los valores; tu corazón, donde están los sentimientos; tus obras, donde está el testimonio. Cuarto, recuerda siempre tus verdaderas señas de identidad: persona, con una gran dignidad; hija de Dios por adopción; ciudadana con tus derechos y deberes. Quinto, elige con responsabilidad tus fuentes de información y de formación: la palabra de Dios, el magisterio de la Iglesia, la palabra de los profetas y de los testigos; los consejos de tus padres y de tus mejores acompañantes. Sexto, escucha a Dios cada día. Hazle un hueco de silencio en tu corazón. Séptimo, conoce bien el escenario de la historia, el mundo que vivimos. Conoce los valores del mundo: el poder, el dinero y el placer. Octavo, abre tu vida a los valores del Reino de Dios: la verdad, el amor, la justicia y la libertad. La verdad nos hará libres, el amor nos hará felices, la justicia nos hará solidarios, la libertad nos evitará la esclavitud. Noveno, descubre los «falsos dioses, los falsos paraísos, las falsas felicidades» que te conducirán al fracaso. Utiliza bien las nuevas tecnologías, sobre todo, en el campo de las comunicaciones sociales, donde brillan con fuerza las redes sociales. No dejes que te esclavicen o te manipulen. Décimo, camina siempre, avanza, no te detengas. En la vida no hay caminos maravillosos sino caminantes maravillados. Así inauguramos el nuevo curso, eucaristía y cena con fiesta, en la Residencia de María Inmaculada.

*Sacerdote y periodista