La vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por ti. (Adolfo Suárez)

El político es en la actualidad una pieza clave en el diseño y ejecución de las políticas públicas. Más allá de su rol como impulsor entre directivos públicos, trabajadores públicos y ciudadanía, el político influye, a través de sus decisiones y acciones, en los objetivos de las organizaciones que dirige. El político lidera la selección de programas, de objetivos y alinea valores, y es clave para superar las inherentes complejidades del sector público. Ciertamente, el liderazgo del político será un factor clave para el éxito organizativo, la efectividad y el desempeño de cada administración pública.

El político eficaz en un alegato a favor de un liderazgo ético en el que las personas ocupan un lugar preferente en la política. Las personas son la base de un país, de las empresas, de los equipos, de las decisiones, de los proyectos. Es una apuesta por definir un modelo de político exigente en los resultados pero comprometido con las personas que los posibilitan. Ciertamente, el ser humano es lo más valioso que tiene cualquier organización, pero también lo más complicado de dirigir. Esta afirmación, encierra todo un mensaje de por donde debe transitar la gestión, el desempeño de un gestor, ya sea político o directivo. Es decir, una gestión que se fija en las personas para poder liderar un proyecto ilusionante, compartido entre todo el equipo de colaboradores, pero a la vez, una gestión que no se esconde ante la dificultad de dirigir personas para alcanzar proyectos ambiciosos.

Si se pudieran inventariar los elementos que configuran el perfil de un buen político y gestor, se trataría de una radiografía de cuáles deben ser las actitudes y aptitudes que debe poseer un político si quiere conseguir que su gestión pueda llegar a ser eficaz. Estos elementos (habilidades, virtudes y fortalezas) constituyen todo un plan de acción para el que quiera afrontar la difícil tarea de ser un político eficaz. El político eficaz está permanentemente tomando decisiones para cumplir con sus objetivos. Por tanto, es la toma de decisiones la actividad que mejor define la función política, y en la que se involucran necesariamente a las personas. En este sentido, la tarea del político eficaz está identificada con los cuatro elementos siguientes:

--Generador de decisiones: su responsabilidad radica en que debe tomar las decisiones adecuadas mediante el empleo de técnicas y la aplicación de los criterios necesarios para alcanzar los objetivos propuestos.

--Gestión de personas: su responsabilidad es lograr que las personas a él encomendadas hagan lo que tienen que hacer, en el momento en que lo tienen que hacer y de la manera como se debe hacer.

--Coordinador de procesos: su responsabilidad es que las diferentes áreas funcionales se ensamblen de tal manera que se obtenga una unidad coherente y orientada hacia un objetivo común.

--Visión fuerte y convincente: el desarrollo de la visión es una de las habilidades más importantes en el político, que conoce el rumbo que quiere seguir, que tiene proyecto. Los políticos con visión son personas de ideas y forjadores de conceptos.

Como conclusión, frente a la tendencia de la política que trata de privilegiar logros y realizaciones, en conceder mayor valor a aquello que ha conseguido que a la manera de hacerlo, el político eficaz alcanzará el éxito cuando encuentre el equilibrio entre la eficacia de los resultados y la calidad de la gestión y optimización de los recursos, a través del despliegue de todo un inventario de habilidades, actitudes y fortalezas personales. En consecuencia, se puede decir que para ser un buen político, un político eficaz, es, en parte ciencia y en parte arte.

Liderazgo, preparación técnica, ejemplaridad, motivación, sacrificio, capacidad de negociación, integridad personal, visión, etc. El buen político no nace, sino que se hace. El buen político raramente sale de «fábrica» con las virtudes que harán de él un político ideal. Será aconsejable, imprescindible en determinadas responsabilidades, acumular una trayectoria profesional de éxito como directivo de empresas, lo que le permitirá no concebir la política como una profesión sino como un verdadero paréntesis profesional de servicio público y vocación al bien común, en el que tomar decisiones difíciles será la norma y la horma del político eficaz, frente a las decisiones fáciles y cómodas, propias de otros políticos que no merecen tal responsabilidad.

* Profesor asociado de la Universidad de Córdoba