Esta melancolía, ¡que solo sirve para nada! ¡Este constante dolor, intenso, inmenso, inútil, que escarba, ensancha, ahonda con cada exhalación la fosa de la soledad!: buscar y buscar palabras para aliviar el silencio: nunca viene nadie, nunca hay nadie al otro lado. ¡Este abismo que se abre y se abre más oscuro! La eterna noche de un alma sutil, exiliada en este mundo, proscrita de su mundo por haberse estremecido en su misterio; el esfuerzo titánico por conseguir que alguien nos hable y no se vaya: amar no vale nada frente a la violencia del egoísmo. Amanece un día, otro día: las lágrimas se queman con el sol que baja a las pupilas, y escuecen, se evaporan como si no existiese el llanto. Anochece: se hunde el mundo en lástima de tiempo. Y otra noche en el terror eterno de saber que nunca vendrá nadie. Solo la muerte renueva su certeza: aguarda en un rincón con la guadaña de olvidos y su sudario de témpanos y nieve. ¡Y cuánto sufrimiento siempre a solas! ¡Cuánta lucha por intentar en vano salir del estertor de la existencia! ¡Cuánto recuerdo traicionado! Cada segundo, el insoportable dolor de ansiar la libertad en un mar de cieno. Esperar: respirar fango. Allá lejos, y cada vez más lejos, la cumbre, el cielo, la alegría; pero ascender acaba siempre en el ridículo: creer que alguien nos recoge el corazón para acunarlo: solo lo estruja, lo exprime y lo sepulta en el montón de sal del desamor. Escribir para cuando la ausencia convierta el sentimiento en un montón de huesos, y luego tierra, ceniza, barro, frío, eterno frío. Gritar, creyendo que hay una garganta, y las manos se crispan en puños cercenados, convertidos en muñones. La inocencia, abrazada en una prostituta; la caricia devuelta en zarpazos, desgarros, dentelladas: la profesión de ser y de no ser nunca nada para nadie: ni la desesperación consigue que termine la amargura en la boca, el nudo en las entrañas. En la madrugada un perro aúlla de abandono. ¡Qué lejos se hallan las estrellas! Parece que llaman a la puerta, pero solo es un sueño. ¡Y duele tanto no poder dormir o tener que despertar de nuevo! ¿Cómo amar la vida y morir en cada instante? ¿Cómo explicar el ser agonizando? Trazar otro verso: dar y dar amor. Sí, por todo este dolor y mucho más dolor de desconsuelo, el día de la poesía.

* Escritor