La calle María Cristina, entre Claudio Marcelo y Alfonso XIII, era un oasis de paz y alegría, tal vez porque era calle peatonal y además por verse desde ella las bellas columnas del Templo Romano, cita obligada para los turistas. Pero todo cambió hace dos años cuando por la remodelación de la calle Capitulares y la reorganización del tráfico del Centro perdió su situación de peatonal y pasó a ser calle de tráfico rodado y después semipeatonal. Esto ha matado la calle, que ahora es como un desierto triste y solitario, sobre todo a partir de las cinco de la tarde cuando el tráfico rodado se limita al paso de algún taxi de cuando en cuando. Mire, yo y mi familia regentamos uno de los bares de la calle desde hace más de 25 años. Por tanto, bien puedo contar lo que ha pasado allí desde los últimos años. Aunque antes quiero resaltar que es una calle diferente, pues solamente tiene tres casas de vecinos y una de ellas está dedicada al turismo de alquiler pasajero, que no tiene escaparates y apenas comercios. Los pocos que había prácticamente han desaparecido y los locales están anunciados para la venta o traspaso. El decaimiento de la calle ha tenido tres momentos cruciales. Primero, la crisis económica del 2007 y siguientes, porque los cientos de alumnos del instituto Maimónides que desayunaban en algunos de los bares colindantes (cientos de bocadillos diarios) dejaron de hacerlo porque con la crisis se traían el desayuno de casa. El segundo punto de inflexión fue la entrada en vigor de la ley antitabaco, que prohibía fumar en el interior de los bares, cosa que pudo solventarse por las terrazas, donde sí se podía fumar. Pero la puntilla llegó con la remodelación del tráfico y dejar de ser peatonal, y prohibir las terrazas, ya que las personas de los alrededores que acudían a ella, precisamente, por no tener tráfico rodado han dejado de hacerlo. También antes era un lugar de paso para los viandantes que, bajando por Claudio Marcelo desde las Tendillas, se dirigían por San Pablo y San Andrés hacia los barrios de San Lorenzo y Cañero: ahora se van por Capitulares. Todo ello se ha perdido hoy, y en el último año han cerrado los cuatro comercios que quedaban, dos bares y los que quedamos estamos al borde de la ruina. O sea, que por arreglar el tráfico del Centro han matado una de las calles más alegres de Córdoba... Y además con peligro, ya que la calle se ha transformado, sobre todo a partir de las diez de la noche, en un túnel solitario en el que las mujeres y los niños corren peligro si van solos y en la alta madrugada refugio idóneo para atracadores. Sin olvidar que las aceras no están bien delimitadas y son muy estrechas, por lo cual se producen atropellos, especialmente a la salida de los alumnos del Maimónides por la rocambolesca salida de María Cristina a Carbonell y Morand. Por todo ello, pedimos auxilio a la prensa, ya que las autoridades municipales no quieren saber nada, ni dan por recibidas nuestras protestas.