El feminismo es uno de los movimientos sociales más potentes que ha habido nunca y hoy su fuerza se ve intensificada y respaldada. Sin embargo, en todo movimiento siempre, siempre, aparecen radicalismos que desvirtúan el mensaje. Para las feministas, igual que para la mayoría de los hombres, el objetivo es la «plena igualdad» mientras que para las hembristas el objetivo es la supremacía. El hembrismo al igual que el machismo es un pensamiento sexista, el hembrismo exalta a la mujer y degrada al hombre. Tanto uno como el otro radicalismo son reprobables.

Por ello considero que es el igualitarismo; pensamiento que defiende la igualdad que ha de existir entre todos los seres humanos, independientemente del género, raza, orientación sexual, e incluso credo, es el movimiento que realmente nos equipara a las personas como iguales.

El machismo es una lacra de esta sociedad, la nuestra, pero no el causante de todos y cada uno de los males que nos rodean. Si vemos fantasmas donde no los hay terminaremos intentando agarrar el aire.

Dejemos de juzgar y discriminar a las personas por las etiquetas que se utilizan, para poder mirar plenamente más allá y así ver quiénes somos.