Tiene un plan. Ha visualizado un montón de veces la escena en la insomne espesura de la madrugada, vueltas y más vueltas en la cama, el turbio resplandor del móvil proyectando un cerco de inquietud en los ojos cansados. Ha ubicado el trascendental encuentro en diferentes lugares, en la puerta del instituto o en algún pasillo, en los bancos del patio grande o en los servicios del fondo. Ha imaginado el momento de varias maneras, con mucha gente delante o con pocos espectadores, algo rapidito sobre la marcha o algo con un desarrollo más peliculero, una frase desafiante, una contestación ingeniosa, un movimiento certero para inmovilizar por sorpresa al enemigo que nunca buscó.

Se acabó. Se acabó lo del estuche que desaparece y luego aparece pisoteado y sin los bolis buenos, las broncas de su madre por ser tan desastre con el material, «esto lo vas a reponer tú de tu paga». Se acabó lo del zumo pinchado en la mochila, el goteo y las risitas y las ganas de llorar y las ganas de desaparecer y las ganas de coger a alguien del cuello, «cómo se pone el colega por una broma, tonto no, lo siguiente chaval, lo siguiente». Se acabaron las collejas como de cachondeo que dejaron de ser de cachondeo hace un siglo, las que solo le dan a él porque molan las caras que pone, porque para eso él es ‘la Gorda’ y ‘Patricio’ y ‘el Potato’ y se aguanta y punto, «porque eso es lo que hay, ¿es o no es, ‘Gorda’?», «¿quién te quiere a ti, ‘Potato’?» Se acabó lo de aguantarse las ganas de ir al servicio para que no le hagan otra vez lo del grifo, uno avisando de que está dentro y la manada acudiendo rauda para divertirse a su costa. Se acabó la sensación de tener la vejiga como una pelota a punto de reventar, los dolores de barriga, aprovechar que la puerta del servicio de profesores no cierra bien para colarse porque no puede soportar más. Se acabaron los patéticos intentos de formar parte de la banda cumpliendo órdenes del Macho Alfa, el jueguecito de sacarlo y meterlo del grupo de wasap de la clase cuando a ellos les da la gana…

Alguna vez ha sentido el impulso de contárselo a la de Biología, buena gente la mujer, pillarla sola cerca de la sala de profesores, «¿Toñi tienes un segundo?», «¿Toñi puedo hablar contigo?», «Toñi me están haciendo la vida imposible… «Nunca ha dado el paso. Vergüenza. Vergüenza y miedo. Pero todo eso se acabó. Tiene un plan muy pensado. Ha estado todo el verano dándole vueltas. La primera vez que el Macho Alfa intente pasarse con él le va a retorcer fuerte fuerte el brazo y le va a decir muy clarito al oído lo que tuvo que decirle hace una eternidad, «no te pases más conmigo en tu puta vida, como me vuelvas a hacer algo te machaco, se acabó lo que se daba campeón…» En eso va pensando el día que empieza el instituto, apenas unas horas antes de que le den otra colleja y de que el mundo se convierta otra vez en un sótano frío y sin luz, «¿me has echado de menos, ‘Gorda’?», «¿quién te quiere a ti, ‘Potato’?».

* Profesor