Era a finales de noviembre de 1977, ellas eran dos chicas argentinas en visita a Córdoba. Por la Puerta del Puente me preguntaron alguna dirección, algún sitio interesante que visitar. En su país hacía año y medio que Videla ensangrentaba la libertad pero ellas me decían que ahora la cosa iba mejor aunque su Córdoba era muy «revoltosa» (léase peronista o montonera, entonces, ahora no). Había una pintada por la zona del Alcázar que recuerdo muy bien: «4-D por la autonomía de Andalucía» y, ante su pregunta, no supe explicarles muy bien, ni mucho ni poco, por qué Andalucía pedía autonomía. Lo que sí recuerdo es que días después, el 4 de diciembre, no fuimos a la Facultad, que el centro de Córdoba, la Victoria, las Tendillas, se llenaron de gente con pancartas, que yo llevaba mi bandera del Partido Socialista de Andalucía (aquél de Rojas-Marcos), la misma que colgaba en mi habitación del Colegio Mayor, que la gente gritaba a los curiosos «¡No nos mires, únete!» y que en el manifiesto final en las Tendillas la gente levantaba el puño en la interpretación del himno andaluz y yo levantaba la mano extendida del PSA.

Y han pasado 42 años y la juventud, mejor dicho, toda una vida, entonces yo empezaba mi carrera y ahora tengo edad de jubilarme, también se me pasaron las ganas del andalucismo, que, como todos los nacionalismos, era un capricho de señoritos del que luego se apropió el PSOE, vino mi decepción por la izquierda (a la que una adolescencia extrañamente lúcida agradezco que me empujara por derroteros ya siempre liberales y críticos) tras breves guiños al PCE y al PSP de Tierno Galván. Pero siempre quedó en mi recuerdo aquella pintada y mi imposibilidad de contestar a las muchachas argentinas.

Cuarenta y dos años después, ante la misma situación, hoy día, tampoco sabría responder. ¿Para qué quería realmente (digo realmente) la autonomía? ¿Para abonar una inmensa casta política y clientelar en gran parte corrupta? Los datos socio-económicos en relación al resto de España han sido (hasta este último año, que ya despunta esperanzas ciertas) peor que decepcionantes. Hoy quizás habría sido yo el pintor de la pintada.

* Profesor

@ADiazVillasenor