El Partido Popular ha tenido un hallazgo feliz: ningún partido político ha conmemorado que este año se han cumplido cuarenta desde las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977. Da igual que hayan transcurrido unos meses y que ninguna instancia gubernamental pusiera en marcha alguna actividad que recordara esa fecha, ellos sí tienen memoria. Incluso, como muestra de generosidad, invitarán a quien fuera presidente de honor de su partido, José María Aznar, si bien es de suponer que no le recordarán los artículos que publicó en 1979 en La Nueva Rioja, porque sonroja leerlos, en particular cuando se queja del texto constitucional, y para ello se basaba en que se aprobó mediante consenso, hasta afirmaba que en determinadas cuestiones no había existido debate. Resulta curioso comprobar que quien escribía contra el modelo de organización territorial establecido en la Constitución llegara a declarar que hablaba catalán en la intimidad.

Por lo pronto, el PP ha dado a conocer el lema: 40 años creciendo en democracia. Dejo para los lingüistas el análisis de ese gerundio. Sí destacaré la ambigüedad de la frase, porque no sabemos si quiere decir que su partido ha crecido en cuanto a funcionamiento democrático, si es el propio partido el que lo ha hecho o si ha crecido la democracia de forma paralela a ellos. De lo primero tenemos serias dudas a la vista de cuál ha sido la evolución del partido, baste con recordar el mecanismo por el cual Rajoy se convirtió en nuevo líder y en candidato a las elecciones: gracias al dedo de Aznar, no por la voluntad de la militancia. De lo segundo no hay duda, el partido ha crecido, si bien no deben olvidar que de acuerdo con esta fecha que han elegido, 1977, su origen se encuentra en Alianza Popular, es decir, en un partido que rezumaba franquismo por todas partes, hasta el punto de que cinco de sus diputados votaron en contra del texto constitucional. En un trabajo de 1993, José Ramón Montero le aplicaba al partido de Fraga las palabras de Duverger: «De igual modo que los hombres conservan durante toda su vida la huella de la infancia, los partidos sufren profundamente la influencia de sus orígenes». En 1989 Alianza Popular se transformaría en el actual Partido Popular, pero a pesar de los pretendidos esfuerzos por caminar hacia lo que denominaron en su momento “centro reformista”, buena parte del electorado sitúa al partido en la derecha, es decir, en el punto desde el que partió.

Y en cuanto a la tercera posibilidad de interpretación del lema, ya no es de orden interno, habría que señalar que sí, que la democracia en España se ha construido en estos últimos cuarenta años, pero que en muchos casos lo ha hecho a pesar de ellos, a pesar de los esfuerzos de los populares por impedirlo. Ahí está su posición en cuestiones como el divorcio (Fraga declaró que seguirían los principios de la Iglesia y votaron en contra) o el aborto, en este caso manifestando su postura contraria a todas las normas aprobadas sobre su regulación. Muy evidentes han sido también sus posiciones retrógradas en lo relacionado con la educación, tema en el que no fueron capaces de conseguir apoyo de ninguna fuerza política en la última ley aprobada. Y en cuanto a la cultura, es suficiente con señalar que cuando gobiernan le suprimen el rango ministerial. Muy reciente está su posición ante la reforma que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y por último, señalar algo que me afecta desde una perspectiva profesional: el menosprecio que hacen de cuanto tiene que ver con la investigación de nuestro pasado más reciente, con independencia de que hablemos o no de memoria histórica, pero es que no han dado el paso de mantener una posición crítica con respecto a la dictadura franquista. Es el lastre de sus orígenes.

* Historiador