¿Quién estaría en desacuerdo con esta afirmación? Yo creo que nadie. Podemos estar seguros de que todo el mundo, de cualquier ideología, creencia o condición, afirmaría sin ninguna ambigüedad eso mismo: que la persona es lo primero. En nuestro país, en la actualidad: 700.000 hogares españoles no tienen ningún ingreso económico. 5 millones de personas están sufriendo exclusión severa, un 82,6% más que en 2007. Los problemas de desempleo se han multiplicado por 2,5 y los de salud se han duplicado. No parece que ninguna reforma laboral haya servido para crear trabajo, o hacerlo más estable. Se ha incrementado fuertemente el número de hogares que, para mantener su vivienda, se ven obligados a un esfuerzo económico tal que los lleva a situaciones de pobreza severa una vez descontados los gastos de vivienda. Y también ha aumentado el número de hogares que no pueden comprar medicamentos. (Informe Foessa 2014). Pero... ¿cómo es posible esta situación si realmente la persona es lo primero para todo el mundo (desde el presidente del Gobierno hasta el último ciudadano español)? La respuesta podría estar en aquel famoso refrán: del dicho al hecho... Porque para que la persona sea lo primero: habría que desarrollar políticas reales de cohesión social... para que la desigualdad se fuera reduciendo progresivamente. Tendría que ponerse coto a las prácticas usureras de la banca, primando el derecho a la vivienda por encima de todo... sobre del hecho de seguir debiendo la hipoteca aún después de que te hayan expropiado tu casa. Se apostaría por políticas de desarrollo económico en los países del tercer mundo, en lugar de criminalizar la inmigración, llegando incluso a colocar alambradas asesinas en nuestras fronteras. Haríamos grandes avances en la cuestión de género. Nos daría vergüenza pensar siquiera que, según sea tu sexo, así disfrutarás de unas condiciones laborales u otras. Firmaríamos verdaderas reformas laborales. Aquellas que ponen la dignidad del trabajador por encima del beneficio económico. Y es que realmente queda mal negar que la persona sea lo primero. Pero en realidad, este sistema socio-económico en el que vivimos se basa en que nosotros dejemos de ser ciudadanos y nos convirtamos en consumidores-productores. Se trata de poner precio a todo, colocándole un código de barras para que se pueda comprar. Y en ese "todo" también entra el ama de casa, el inmigrante, la familia, la mujer... el trabajador. La HOAC lleva toda su vida gritando contra esto. La persona (todas las personas, especialmente las más empobrecidas), vista desde la fe en Jesús, es un proyecto dinámico de humanización que hay que cuidar para que se pueda desarrollar en plenitud. En el Evangelio se pone esto de manifiesto en múltiples ocasiones: el samaritano, el hijo pródigo, las bienaventuranzas... Desde el 2012, la HOAC de Andalucía le ha dado forma a ese grito a través de la campaña "La persona es lo primero". Hemos manifestado que hoy día no lo es... y eso es un pecado gravísimo.

* Presidente de la HOAC de Andalucía