Se acerca la Nochebuena, y este año en el convento de Santa Inés de Sevilla sonará el órgano del templo del siglo XVII, obra de Pérez Valladolid. En la Misa del Gallo, con todo el misticismo que requiere el momento, aquella vieja canción austriaca, Noche de Paz, exhalará sus piadosos acordes por los tubos restaurados del órgano propiedad de las monjas del sevillano convento. Ese ha sido siempre el objeto y la justificación del órgano como instrumento musical: exornar la celebración de la Eucaristía, parte central y fundamental del cristianismo. Este año, hasta Maese Pérez el organista, podrá posar sus inmateriales dedos, sí así los pagos del otro mundo se lo conceden, en las sensibles y restauradas teclas del órgano que las monjas han abogado por restaurar, contando por supuesto con el concurso de la Providencia, pues poner el instrumento en valor tiene un coste de 150.000 euros. Las trece monjitas no tienen recursos para semejante empresa, pero la mano ejecutora de dicha misericordia divina la ha encarnado la Fundación Alqvimia, que sufragará el proyecto, nunca mejor dicho, por amor al arte organístico. La historia, es de extremo a extremo un bonito cuento de Navidad cuyo cenit se pondrán en escena esta próxima Nochebuena cuando las notas musicales salidas del órgano restaurado cumplan su cometido: a los fieles que asistan a la Misa del Gallo, cortejar sus sentimientos religiosos, y a los amantes de la música, el deleite. Lo dicho, una historia perfecta donde todos ganan. Pero cómo se habrá percatado, mi querido lector/a, falta en el cuento ese contraste entre el bien y el mal, que nos enseña mediante el sentimiento y la razón el peso del valor moral de bien. Pues lo dicho: resulta que el órgano es un Bien de Interés Cultural (BIC) de la Junta de Andalucía, y como ésta no ha autorizado la restauración ni aún lo ha restaurado, les ha puesto a las monjas una multa de 175.000 euros. Eso sí, si la pagan en plazo les hacen el 20 por ciento por pronto pago. Multa poner en valor un BIC. Esto, más que a cuento de Navidad, es lo del perro del hortelano.

* Mediador y coach