Hoy, domingo, los periodistas celebramos la fiesta de nuestro patrón, san Francisco de Sales, el hombre que transformó su mal genio de joven, por una especial dulzura en su madurez. Montañés de cuerpo entero, nacido en los Alpes, en el castillo saboyano de Sales, familia exquisita, le llevan a estudiar a la Universidad de París. Cultiva su saber y perfecciona su escritura, de tal forma que los franceses lo tiene entre sus clásicos de literatura. Canónigo de Annecy, obispo auxiliar de Ginebra, líder de debates con los protestantes, apóstol de la región de Chablais, en todas partes se le recibe con entusiasmo. A Francisco de Sales le viene el pratonazgo de las Asociaciones de la Prensa y de los periodistas, por aquella iniciativa suya de escribir de día «hojas clandestinas», iluminando las conciencias libres, que metía debajo de las puertas, de noche. «Escribía como un ángel», dicen sus biógrafos. El obispo de nuestra diócesis, Demetrio Fernández, presidirá hoy, a las doce, la Santa Misa en la catedral, a la que la delegación diocesana de Medios ha invitado a la Asociación de la Prensa de Córdoba, que preside Ricardo Rodriguez Aparicio, y a todos los profesionales que trabajan en los distintos Medios de Comunicación Social. En palabras de la delegada diocesana y directora de la revista Iglesia en Córdoba, Nati Gavira, «la fiesta de nuestro patrono nos invita a los periodistas a seguir buscando siempre la verdad, que nos hará libres, en unos momentos difíciles, en los que nos acosan otros muchos intereses de todo tipo, que no sirven para el verdadero desarrollo del hombre y de los pueblos. No hay que apartarse de la verdad para destacar lo bueno. La verdad y el bien se potencian entre sí. Asimismo, la ética y la estética han de ir siempre de la mano. El saber comunicar bien lleva implícito el hacerlo con belleza, cuando los insultos están a la orden del día y las descalificaciones se convierten en algo generalizado». Fue el papa Juan Pablo II, a comienzos del siglo XXI, el que proclamó que «el primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad, transformándola en una ‘aldea global’». Y es que los medios de comunicación han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de cara a los comportamientos individuales, familiares y sociales. Las nuevas generaciones, sobre todo, crecen en un mundo condicionado por estos medios. Juan Pablo II hacía tambien alusión a una de las frases clarividentes de su predecesor Pablo VI, cuando señalaba, que «la ruptura entre Evangelio y cultura, es, sin duda, el drama de nuestro tiempo». Junto a la figura de san Francisco de Sales, reluce hoy también la silueta de nuestro querido compañero, el periodista andaluz Manuel Lozano Garrido, el beato Lolo, un seglar formado en la juventud de Acción Católica, hombre sencillo, que vivió la alegría cristiana, nacida de su fe profunda, que vivió la mayor parte de su vida, postrado en su «sillón de ruedas», a causa de un reumatismo que le dejó inválido y totalmente paralítico. Lolo nos dejó textos preciosos, destacando entre ellos, su «Decálogo del periodista católico», en el que nos decía con fuerza y audacia: «Si a tu silencio se llama fracaso porque la luz falta a la cita, acepta y calla. Pobre del ídolo que tiene los pies del barro de la mentira. Pero ojo a su vez, con la vanagloria del mártir cuando las palabras no suenan por cobardía». Beato Lolo, que estás en los altares, ruega por todos nosotros, los periodistas de esta hora, antenas de todos los vientos, para que la brisa de la verdad y el bien empape siempre frentes y corazones.

* Sacerdote y periodista