Los peregrinos son para el verano. Y a lo largo de los meses de verano son muchas las personas que se convierten en «peregrinos» de verdad, haciendo el largo camino hacia Santiago de Compostela, por rutas con encanto, bellísimos paisajes y acompañantes inolvidables. Contemplando ese larga caravana de peregrinos que recorren diversas rutas hacia las tierras gallegas, donde confluyen hacia Santiago, evocamos hoy sus Bienaventuranzas. Son muy hermosas. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino te abre los ojos a lo que no se ve. Bienaventurado eres, peregrino, si lo que más te preocupa no es llegar, sino llegar con los otros. Bienaventurado eres, peregrino, cuando contemplas el camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres. Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el auténtico camino comienza cuando se acaba. Bienaventurado eres, peregrino, si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe dónde colgar tantas emociones. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para ayudar a otro vale más que cien hacia delante sin mirar a tu lado. Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino. Bienaventurado eres, peregrino, si buscas la verdad y haces de tu camino una vida y de tu vida un camino, en busca de quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Bienaventurado eres, peregrino, si en el camino te encuentras contigo mismo y te regalas un tiempo sin prisas para no descuidar la imagen de tu corazón. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino tiene mucho de silencio; y el silencio, de oración; y la oración, de encuentro con el Padre que te espera. Encontraremos quizás otras muchas «bienaventuranzas» de los que se convierten en «peregrinos» durante la época veraniega. Pero el argumento central será el mismo: Descubrir que, al fin, no hay caminos maravillosos sino caminantes maravillados. Y darnos cuenta de que hay caminos en la vida que nos transforman, que nos subliman, que nos enriquecen. ¡Qué hermosa la vocación de peregrino!

* Sacerdote y periodista