Habrá cordobeses que no se hayan percatado de que han estado a punto de perder uno de los bienes culturales de los que mantienen el pulso del patrimonio ancestral de la ciudad: el traslado de la imagen de San Pancracio a Santa Marina tapó la boca del cordobés y eclipsó de un plumazo la gran pérdida patrimonial que melló a la ciudad.

En un caso similar, poco faltó para que el Monasterio de la Inmaculada de la calle Carbonell y Morand hubiese sido otro caso más, tras la marcha de las monjas cistercienses que lo habitaron. Sin embargo, la reapertura de este antiguo monasterio del Cister, en septiembre, por los Esclavos de la Eucaristía y de María Virgen, trajo pareja la sorpresa de la retirada de su retablo de la antiquísima imagen de la Virgen de Villaviciosa, situada en la nave de la epístola de la iglesia del mismo.

La relación histórica que une a la Virgen de Villaviciosa con el Inmaculismo en Córdoba y por ende con el Monasterio de la Inmaculada, es tan antigua como apasionante, pues fue ante esta advocación, representada en su imagen original del siglo XIV y que preside el altar mayor de la Catedral, ante quien la Iglesia de Córdoba defendió en el siglo XVII el dogma Inmaculista, siendo pionera en la Iglesia española.

En relación a la imagen retirada a la que hago referencia, sustituida por otra de la patrona de Puerto Rico, de carente valor histórico-artístico, cuenta Teodomiro Ramírez de Arellano en Paseos por Córdoba que el día 9 de octubre de 1680, sufriendo un notable terremoto, se encontraba en la sierra, al pie del cerro de las ermitas, un niño de siete años llamado Bartolomé Pedrosa, al que le salió al encuentro una horrible culebra y que, al volver la cara para ver si le seguía, vio la pequeña imagen de esta Virgen, que entregó al rector de Santa Marina, quien le dio el titulo de Nuestra Señora de Villaviciosa, donándola al recién fundado Monasterio del Cister.

Esta imagen forma, por tanto, parte indisoluble de la historia viva ininterrumpida del monasterio y de la ciudad desde 1680, edificada en base a una conservación pulcra del patrimonio devocional, histórico y cultural de la misma, como en este caso lo es la referida imagen, parte del patrimonio religioso-artístico y simbólico de Córdoba.

La devolución a su lugar de origen de dicha imagen sería un gesto de honradez, rectificación y respeto a la ciudad y al monasterio que habitan los nuevos frailes: si ellos con gran gozo introducen a la imagen de la Santísima Virgen de la Divina Providencia patrona de Puerto Rico, su querida tierra, deben entender que Córdoba no está aun completamente sumida en la impavidez cultural total y añora el respeto al lugar de siglos de esta imagen histórica de la Virgen de Villaviciosa.

* Antropólogo